Emilio Ruiz
Nota.- Este artículo, ahora de actualidad, fue publicado el 12 de octubre de 2016.
Nació en Adra el día de San José de 1964, en el seno de una humilde familia de seis hermanos. Fue bautizado como José Antonio Ortiz Rodríguez, y dice que era un pibón. Debió ser verdad porque con 24 años llegó a ser Míster Andalucía. Desde hace años su nombre masculino forma parte de su pasado. Ahora es Cristina, de nombre artístico La Veneno. “Todas las muchachas de Adra querían ligar conmigo, con Joselito, pero yo no engañaba a nadie, a todas les decía que era maricón”. En 1993 se fue a Madrid con su amiga Paca La Piraña. Quería hacerse la reasignación sexual.
En Madrid el camino más fácil lo encontró en la prostitución. Era una prostituta muy demandada por su imponente físico. “Algunos días llegué a ganar hasta dos millones de pesetas”. Fue en 1996 cuando Pepe Navarro, conductor del programa de Telecinco Esta noche cruzamos el Mississipi, mandó sus cámaras para ahondar en el mundo del travestismo. Le sorprendió la abderitana y la incorporó al programa. La Veneno se convirtió en un fenómeno social. Por su descaro, su atractivo físico, su espontaneidad “y por lo putanga que era”. Su vida, después, fue un torrente de acontecimientos, unos positivos y otros negativos: más televisión (La sonrisa del pelícano, en A-3), dos discos (Veneno pa tu piel fue disco de oro), vedette, modelo, televisión en Argentina, una serie con Alfredo Landa, películas porno…
En 2003 ingresó en la cárcel por estafa a varias compañías de seguros. Salió con 122 kilos, hecha un monstruo, “harta de recibir humillaciones”. En 2010 volvió a la tele para participar en un programa de adelgazamiento. Perdió 35 kilos. En 2013 el programa Sálvame Deluxe la presenta de nuevo en sociedad con un novio de 23 años y una estilizada figura. Hoy pesa 64 kilos y “tengo una cadera que me la cojo con una sola mano”.
Estos días, Cristina vuelve a ser actualidad. Su libro biográfico ¡Digo!, ni puta ni santa, las memorias de La Veneno, va por su 2ª edición. La autora es una admiradora suya, la escritora y actriz valenciana Valeria Vegas, “ya que yo no sé hacer ni una O con un canuto, soy analfabeta”. El prólogo, precioso, es de su –nuestro- paisano Paco Bezerra, Premio Nacional de Literatura Dramática. Ya ha sido presentado en Madrid, Barcelona y Sevilla, y el acontecimiento no ha pasado desapercibido ni siquiera para la prensa seria, como El País o El Mundo. La Veneno sigue tan descarada como siempre y con el lenguaje soez que le hizo famosa: “Soy así, y nunca voy a cambiar”.
La Veneno, en la presentación de su biografía |
A juzgar por la acogida al libro, parece que la gente no te ha olvidado.
Yo creo que ahora soy más famosa. Entonces no había Internet, y ahora todo el mundo me tiene en su teléfono. El otro día estaba en el aeropuerto y un niño decía “¡Mamá, la Veneno, la Veneno!”. Me quedé de piedra. Hace poco unas chicas han sacado un remix de mi canción Veneno pa tu piel. Yo nunca he estado en el anonimato.
Vaya lío que has montado con el libro. Dices que te fuiste a la cama con un jugador del Real Madrid y con gente muy poderosa. ¿Nombres no puedes dar, no?
No, no, pero sí doy algunas iniciales (el jugador responde a las iniciales F. H.). Es que entonces yo tenía 30 años y era un bellezón. También he intimidado con personas importantísimas de las que no puedo ofrecer sus nombres, no por miedo a que me denuncien, sino por miedo a que me maten. Ellos me preguntaban que si los conocía, y les decía que no, porque si no, se iban. Me he acostado con gente que con un dedo mueve España.
No hablas con recelo de tu vida de prostituta.
Es que fue una etapa muy feliz en mi vida. Me encantaba prostituirme. Yo tenía una cabalgata de niños guapos que llegaba a Albacete. Los miraba a la cara y pensaba “si este está para ponerle un piso en la Castellana, puede ligar con quien quiera en una discoteca”. Y hombres casados con la silla del crío en el asiento de atrás. Con hombres mayores normalmente no, porque los clientes mayores buscaban un buen tiburón y lo mío… es más bien una aceitunita. Tenía una belleza y un cuerpazo…
He leído por ahí que tu belleza es heredada de tu abuela.
Te voy a confesar una cosa: a pesar de lo que piensa la gente, jamás he probado las drogas. Ni un porro. Ni siquiera cuando estuve en la cárcel. Comencé a fumar a los 40, pero fumo poco, solo cuando estoy nerviosa. No me pongo cremas y me lavo la cara con jabón Lagarto. Los demás me pican. Es verdad, he sacado la piel de mi abuela materna. Cuando era pequeño me subía al terrado de mi casa y me metía entero en un barreño de agua con Mistol.
El salto de Adra a Madrid no fue sencillo.
Me fui con lo puesto. Llegué a comer de los contenedores de basura. No me da vergüenza decirlo. Pero en Adra lo pasaba aún peor. Y gracias a mi vecina Gracia la sevillana, que en paz descanse, que era como mi madre. Me hacía los vestidos, me daba de comer... Sí, he sufrido mucho en Adra.
No tienes, por tanto, un buen recuerdo de tu pueblo.
Yo he llorado mucho en Adra. Pero, mira, el maricón salió de allí siendo un maricón y volvió siendo una estrella.
¿No piensas volver?
No, llevo 20 años sin ir y sin ver a mis padres, y no quiero verlos. Porque el cariño que me tenían que haber dado era cuando era jovencita. Ahora, con 54 años, para qué lo quiero, si ya tengo todo en la vida. Tengo mi casa pagada, no le debo nada a nadie y soy feliz. Menos suerte en el amor, porque todos me han salido ranas, lo tengo todo.