Miguel Ángel Vázquez
No es casualidad. Esperanza Aguirre salió en avanzadilla poniendo precio a la cabeza de los liberados sindicales. Ahora, como por ensalmo, todas las autonomías gobernadas por el Partido Popular ponen unos elevados servicios mínimos para la huelga general con las miras de atizar el conflicto con los sindicatos. La estrategia del Partido Popular pasa por calentar la huelga general del 29-S para convertir el país en un caos. Desde las filas conservadoras se está alimentando un fuego en clave de interés partidista usando a los convocantes del paro como catalizadores de sus objetivos. Saben que poniendo dificultades y generando el enfado de las centrales se armará más ruido y será mayor el potencial desgaste sobre el Gobierno que sufrirá la movilización.
Es una jugada tan maquiavélica como cobarde, en cierto modo no es más que tirar la piedra y esconder la piedra, espolear a otros para que le hagan el trabajo sucio. Sería mucho más decente sumarse al paro general de frente y no recurrir a artimañas o maniobras soterradas para continuar su campaña de acoso y derribo contra José Luis Rodríguez Zapatero.
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