La guerra de los taxistas

Antonio Lao
Director de Diario de Almería
 
Este periódico desvelaba la semana pasada la carta que el Ayuntamiento de Almería había remitido a la Junta de Andalucía, en la que solicitaba la vuelta a sus cubiles de los 18 taxistas que cuentan con licencia en el Bajo y Medio Andarax. Desde los Juegos del Mediterráneo de 2005 todos ellos, y por petición expresa de la capital, trabajaban en lo que podemos llamar área metropolitana, incluida la ciudad, sin que hasta ahora nadie hubiera protestado por ello.

Han sido tiempos de vacas gordas. Había carreras para todos y nadie reparaba en la presencia del grupo de amigos de los pueblos del Andarax. La línea verde de sus vehículos se había hecho habitual, hasta el punto de que participaban en el reparto de los centros estratégicos de pasajeros como son los hospitales, la estación de Renfe o de autobuses y el aeropuerto. Como contraprestación, los almerienses recorrían el Andarax en carreras más, digamos golosas por el número de kilómetros que se hacían.

Pero en esto llega la crisis y a los responsables municipales, el concejal de Movilidad y Tráfico para ser más preciso, sucumbe a la presión de un grupo -porque no son todos- y abre una guerra sin cuartel, en la que la política también entra en liza.

No parece que lo mejor en estos casos sea el cierre de fronteras. Al contrario. En situaciones complicadas como la que vivimos y donde la globalidad lo domina todo, lo coherente es trabajar en hacer una gran área metropolitana, buscar nuevos mercados y caminar por la senda de la unión. Todos a una, sin escisiones, serán capaces de afrontar con más garantías la crisis de pasajeros. Las disputas, las guerras incruentas, las declaraciones y los juegos a hacer política enfrentando administraciones sólo conducen al ruido mediático que, una vez olvidados, te devuelven de bruces a una realidad aún más cruel que la que vives.

Lo fácil es lo que se ha propuesto. Es la solución rápida a unos problemas que no van a acabar porque 18 taxistas del Andarax traten de seguir sobreviendo en un laberinto complejo. Pero no es la solución de futuro. Esta pasa por el buen juicio, por las apuestas a largo plazo y por soluciones amplias, sin cortapisas o cierre de fronteras.
(Publicado en elalmeria.es el día 19 de septiembre de 2010).

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