La huelga de mañana

Celso Ortiz
 
Fue el líder de Comisiones Obreras quien dijo en un acto convocado con motivo de la huelga de mañana que "esta huelga es una putada". Aquello que vulgarmente calificamos como putada consiste en una faena realizada por uno o varios individuos para fastidiar a alguien. Pero en este caso, no sé exactamente qué pasaría por la cabeza del sindicalista cuando pronunció esa frase, porque, por el tono, no parecía que sus palabras fueran dardos contra alguien en concreto, sino lanzados al aire, como si se tratara de una desgracia inevitable que todos teníamos que soportar.

Lo cierto es que se prepara una huelga atípica. Lo es en cuanto que, a raíz de la convocatoria, no se aprecia una movilización de un colectivo homogéneo y unido para perseguir unos objetivos comunes, sino que cada uno se ha subido al carro con los fines más diversos. Los propios sindicatos convocantes, por mucho que quieran aparentar lo contrario, sólo pretenden justificar su existencia convocando una huelga a toro pasado, porque, para conseguir algo, lo lógico es que hubieran armado la bronca al tiempo que se estaba tramitando la Ley de Reforma Laboral y no ahora que ya esta todo el pescado vendido. No creo que, a estas alturas, haya un sujeto que piense que después del día 29, atendiendo las reivindicaciones de los huelguistas, se van a poner a trabajar los partidos que apoyaron una ley recién estrenada para modificarla. Con respecto al Gobierno, desde el momento en que se convocó la huelga, se ha mostrado muy comprensivo con los sindicatos y, entre ambos, ha habido un acuerdo de hermanos con respecto a la prestación de los servicios mínimos que dependen de la Administración Central. Tal parece que estuviera todo programado, o sea, cuando yo apruebe esta ley que tengo que aprobar, tú montas una huelga como corresponde, y tan amigos.

Por el contrario, y como era de suponer, es el Gobierno de Esperanza Aguirre, el que anda a la gresca con los sindicatos con motivo de los servicios mínimos en la Comunidad de Madrid. Con ello la Condesa de Murillo mata varios pájaros de un tiro: se da el gustazo de enfrentarse a los sindicatos, que eso le sale del alma; pone de manifiesto su imagen de dama de hierro que le da tan buen resultado; e intenta provocar al personal para ver si consigue el mayor alboroto posible en la Capital del Reino que, claro esta, sería contra el Gobierno de Zapatero.

Y para rematar, la Conferencia Episcopal, que no pierde ocasión cuando se trata de atacar a los socialistas, llama a los católicos para que se sumen a la huelga, pero con un lacito blanco que los diferencie, siempre ha habido clases.

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