Javier Salvador
Director de teleprensa.es
Un político de esta provincia me dio hace poco una de esas lecciones que no se olvidan, hablándome del porqué en los partidos es especialmente esencial saber estar, y ese saber estar significaba marcar los límites de la fidelidad y la lealtad. Ayer se descubrió dónde estaban esos límites en el Partido de Almería o partido de Juan Enciso, como prefieran denominarlo, porque a partir de hoy es más personalista por definición. Se queda solo.
Hay dos formas de entender la crisis del PAL. Una es similar a lo que ocurría en los barcos que surcaban los mares sin más motor que el viento. La principal preocupación eran los víveres, que hubiese agua y comida siempre de sobra, hasta la siguiente escala. Si fallaba el alimento, comenzarían primero las enfermedades y después los motines. En política el alimento es la remuneración, ya sea personal o en forma de inversión en tu pueblo. Si alguno de esos elementos falla, no busques fidelidad ni lealtad, porque no la encontrarás. La otra, un poco menos literaria, es la que obligan los acontecimientos. Juan Enciso ha salido de la cárcel hace pocos días.
Él mantiene su inocencia, y bueno, de hecho aún no le han condenado, pero su paso por prisión pesa. A su salida su única obsesión ha sido poner en orden su principal bastión, El Ejido, y centrar todos los esfuerzos en un único punto provoca que se desatienda al resto. Dicho de otra forma, los concejales y alcaldes que consiguió el PAL -tercera fuerza política en resultados electorales locales- pueden entender que sea inocente, pero también quieren que él entienda que ellos también tienen problemas, que han dado la cara, sino agachado la cabeza, mientras el sueño del mucipalismo al que se sumaron ha creado una muralla a lo Adriano de la que no entra ni sale nadie. Una muralla que protege sólo El Ejido. Puede que sea una estrategia acertada para Enciso de cara a no perder demasiado en las próximas municipales, pero también desleal e infiel con quienes ayer empezaron a decir que se acabó la lealtad y la fidelidad si no es recíproca.
Y bien, ésta puede ser una visión de la caída del PAL de cara a la galería y lo que internamente defenderán como la estrategia de crisis que han adoptado. Pero como en los dibujos animados decían, aún hay más. Los partidos, y no es algo que se circunscriba al partido de Enciso, piensan más en las personas que en las ideas. Ejemplos sobran, pero si a eso le sumas que lo último que sabes de tu jefe de filas es que se lo llevó la Policía, el escenario es aún más crítico porque a partir de ese momento todo el mundo se vuelve vidente y sabio, porque todos sabían lo que iba a pasar y, además, saben cómo arreglarlo.
El problema es que en una discusión de cuatro personas pueden aparecer seis fórmulas distintas y el PAL no ha tenido un liderazgo claro durante los meses que Enciso ha estado en la sombra, y no me refiero a la celda, sino al silencio.
Pero en política ya se sabe, nada es normal y resucita hasta el más muerto.
(Publicado en La Voz de Almería el día 17 de septiembre de 2010).
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