Antonio Sevillano
De entre la colección de carteles de Feria ofrecida recientemente por este Diario seleccioné uno -el correspondiente a 1969- con especial celo. Y es que difícilmente se pueden conjugar dos artistas, paisanos ambos, de la reconocida categoría del pintor Luis Cañadas Fernández (1928) y del Premio Nacional de Fotografía Carlos Pérez Siquier. Éste retrata a una mujer, mojaquera en el imaginario colectivo, vestida de vivos colores y cubierta su cabeza sobre un paisaje de pitas, Chancas y Alcazaba. Más allá de su impecable factura, el mosaico de regulares proporciones se convirtió -a imagen del toro de Veterano- en un entrañable icono local.
El "Bienvenidos a Almería" del monolito, al pie de la carretera N 432 (municipio de Fiñana, limítrofe a la provincia de Granada), era una invitación en los años sesenta a visitar una tierra irredenta, pero henchida de belleza en los ocres telúricos del desierto de Tabernas, de verdes intensos en sus sierras y de amaneceres y atardecidas espectaculares en Cabo de Gata. Luis Cañadas, el octogenario fundador del Movimiento Indaliano, supo recoger tal riqueza cromática y Pérez Siquier recrearla en el visor de su cámara.
Afortunadamente no es la única obra firmada por Luis Cañadas que podemos contemplar en esta Almería madrastra del Arte. Les propongo un recorrido por una parte de ellos. No una adocenada visita municipal al uso, sino guiada por la emoción de su percepción visual. En la ermita octogonal de Torregarcía, en honor de la talla mariana hallada sobre sus playas, un espléndido mosaico cubre el testero principal con la imagen de la Virgen del Mar.
De regreso a la capital tres son las obligadas paradas. El hall de la Estación de Ferrocarril (hoy cerrado a la ciudad) y su serie sobre la Almería decimonónica finisecular. La de autobuses (rescatada como área comercial) atesora en sus paredes una secuencia pictórica fiel reflejo del movimiento de pasajeros y vehículos habido durante la pasada centuria. La tercera y no menos interesante la hallamos en la iglesia San Pío X del Zapillo. Aquí se suceden vidrieras (baptisterio), vitrales de cristal y cemento, mosaico de la capilla del Sagrario y cuadros con escenas de la Pasión realizados en 1966 en su taller madrileño de la calle Orense.
Afortunadamente no es la única obra firmada por Luis Cañadas que podemos contemplar en esta Almería madrastra del Arte. Les propongo un recorrido por una parte de ellos. No una adocenada visita municipal al uso, sino guiada por la emoción de su percepción visual. En la ermita octogonal de Torregarcía, en honor de la talla mariana hallada sobre sus playas, un espléndido mosaico cubre el testero principal con la imagen de la Virgen del Mar.
De regreso a la capital tres son las obligadas paradas. El hall de la Estación de Ferrocarril (hoy cerrado a la ciudad) y su serie sobre la Almería decimonónica finisecular. La de autobuses (rescatada como área comercial) atesora en sus paredes una secuencia pictórica fiel reflejo del movimiento de pasajeros y vehículos habido durante la pasada centuria. La tercera y no menos interesante la hallamos en la iglesia San Pío X del Zapillo. Aquí se suceden vidrieras (baptisterio), vitrales de cristal y cemento, mosaico de la capilla del Sagrario y cuadros con escenas de la Pasión realizados en 1966 en su taller madrileño de la calle Orense.
(Publicado en elalmeria.es)
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