Javier Salvador
Director de teleprensa.es
Cayo Cornelio Tácito, un historiador romano, escribió hace unos dos mil años el verdadero origen de la Operación Poniente con aquello de que “los odios entre parientes son los más violentos”. Y me explico. Lo crean o no, en unos pocos días la jueza Montserrat Peña levantará el secreto de sumario de la Operación Poniente, el caso de presunta corrupción municipal de mayor calado en la historia de Almería y también el más extravagante, porque me cuesta mucho creer que las grabaciones telefónicas, vídeos y todas esas cosas tengan más valor en Almería que en Murcia, Castellón, Alicante y un largo etcétera de pueblos de Madrid, donde la gente cree que el tal Gürtel es el nombre de un concejal más.
Se dice que hay unos medios nacionales que darán aire al sumario, pero de una manera un poco distinta a como todos creemos que será. Bueno, se trata de uno en concreto que anda a la caza de otro, su competidor, que presuntamente recibió 300.000 euros para taparle la boca y, de paso, sacarán lo que recibieron el resto aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid. La idea es dar a entender que las informaciones que se dieron en Almería, previas a la operación y que llevaron a la actuación en sí, estaban condicionadas. Es decir, que hubo guerra entre partidos para ver quién daba más pasta para vilipendiar con mayor éxito al otro.
Con todo esto quedará en el aire la credibilidad de más de uno, gente que ya está hundida pero que en pocos días se irán al carajo definitivamente ya se escondan en el Parque Nicolás Salmerón o en la Gran Vía de Bilbao.
Se dice que hay unos medios nacionales que darán aire al sumario, pero de una manera un poco distinta a como todos creemos que será. Bueno, se trata de uno en concreto que anda a la caza de otro, su competidor, que presuntamente recibió 300.000 euros para taparle la boca y, de paso, sacarán lo que recibieron el resto aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid. La idea es dar a entender que las informaciones que se dieron en Almería, previas a la operación y que llevaron a la actuación en sí, estaban condicionadas. Es decir, que hubo guerra entre partidos para ver quién daba más pasta para vilipendiar con mayor éxito al otro.
Con todo esto quedará en el aire la credibilidad de más de uno, gente que ya está hundida pero que en pocos días se irán al carajo definitivamente ya se escondan en el Parque Nicolás Salmerón o en la Gran Vía de Bilbao.
Como todo esto va a suceder, la previa del partido final de Almería y sus operaciones policiales está llevando a situaciones realmente cachondas.
Con todos los imputados en libertad y supuestamente arruinados, algunos de ellos, una facción concreta, se ha dedicado a la caza del escudo/periodista. Esto es algo así como que te invitan a comer en lugares que demuestren que aún se tiene poder económico, se toman unas copas en lugares de moda para que todo el mundo les vea, y corra la voz de que éste habla con el otro y quede en el aire esa incógnita de qué le estarán contando.
Entre todas esas triquiñuelas hay una historia en la que un alcalde, que por una vez no es Enciso, planificó junto a algunos de sus concejales y los editores de un periódico, una operación de acoso basada en la realización de un informe por parte de una empresa privada de investigación, sobre determinados sujetos políticos. Ese informe se llamó Pícaro y visto que a golpe de titular no hacían daño a su objetivo y que cada vez les salía más caro mantener esa presión mediática, decidieron filtrar los resultados de aquel informe al ámbito judicial, ya que la víctima de aquel movimiento novelesco reaccionó y jugó al mismo juego, es decir, ganarse la afinidad de medios de comunicación.
En aquel paso, el judicial, obviaron decir que era un encargo de pago para presentarlo como una investigación periodística porque las dos partes se separaron y del amor se pasó al odio con todos los ingredientes que ya describía Tácito en la vieja Roma, sólo que tiempo después, algunos de los actores han vuelto a la sombra de sus primeros patrocinadores, haciendo bueno aquello de que las antipatías violentas son siempre sospechosas y revelan una secreta afinidad.
Si creen que esto es un poco desconcertante, o un lío de proporciones descomunales, esperen un par de semanas, con el sumario libre de secreto y con todas las partes con las espadas en alto, porque los hay que dudan que los candidatos puestos a día de hoy sean los mismos que lleguen al día de la jornada electoral encabezando las listas.
Pícaro, no olviden el nombre de ese informe, que traerá cola.
Entre todas esas triquiñuelas hay una historia en la que un alcalde, que por una vez no es Enciso, planificó junto a algunos de sus concejales y los editores de un periódico, una operación de acoso basada en la realización de un informe por parte de una empresa privada de investigación, sobre determinados sujetos políticos. Ese informe se llamó Pícaro y visto que a golpe de titular no hacían daño a su objetivo y que cada vez les salía más caro mantener esa presión mediática, decidieron filtrar los resultados de aquel informe al ámbito judicial, ya que la víctima de aquel movimiento novelesco reaccionó y jugó al mismo juego, es decir, ganarse la afinidad de medios de comunicación.
En aquel paso, el judicial, obviaron decir que era un encargo de pago para presentarlo como una investigación periodística porque las dos partes se separaron y del amor se pasó al odio con todos los ingredientes que ya describía Tácito en la vieja Roma, sólo que tiempo después, algunos de los actores han vuelto a la sombra de sus primeros patrocinadores, haciendo bueno aquello de que las antipatías violentas son siempre sospechosas y revelan una secreta afinidad.
Si creen que esto es un poco desconcertante, o un lío de proporciones descomunales, esperen un par de semanas, con el sumario libre de secreto y con todas las partes con las espadas en alto, porque los hay que dudan que los candidatos puestos a día de hoy sean los mismos que lleguen al día de la jornada electoral encabezando las listas.
Pícaro, no olviden el nombre de ese informe, que traerá cola.
Y también sabremos quién se dejó comprar, quién llevaba el dinero a quién, cuánto y todas esas cosas que van a dejar algunos heridos por el camino y cadáveres, muchos cadáveres políticos.
Lo único cierto en todo este embrollo es que el ciudadano almeriense, ya viva en la capital o en el Poniente, necesita la verdad, sin secretos, de una operación o un caso que ha marcado a la provincia de Almería con especial inquina, y por ello es bueno conocer de quién fue la mano que hizo el primer disparo.
(Publicado en teleprensa.es el día 15 de septiembre de 2010).
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