José Luis Sánchez Teruel
El capital humano de toda sociedad, los ciudadanos y ciudadanas, son los protagonistas del progreso de los países, sus regiones y sus municipios. Ésa es la razón de ser de la política de desarrollo rural que, desde hace más de 20 años, viene impulsando la Unión Europea, haciendo de Andalucía un laboratorio de excelencia en su ejecución y un ejemplo a seguir a nivel europeo.
Muchas son las virtudes de esta novedosa forma de transformar la realidad de las zonas rurales europeas, de nuestros pueblos de Andalucía. Una de ellas es la forma de trabajar, ya que son los Alcaldes y Concejales, los representantes de empresarios y trabajadores, jóvenes y mujeres, en definitiva, lo que llamamos los 'agentes del territorio', los que deciden qué hay que apoyar hoy para que las personas que habitan dichos territorios vivan mejor mañana. Eso es ciudadanía activa y participativa, que decide qué y a quién se apoya y que hace realidad los proyectos apoyados, a través de la principal garantía para mantener a las personas en un territorio: la generación de empresas y empleo local.
Desde un punto de vista demográfico, los efectos del desarrollo rural son también muy importantes para el enriquecimiento endógeno, ya que son muchos los jóvenes, hombres y mujeres, formados, cualificados que, a través de los proyectos apoyados, encuentran trabajo o inician una actividad empresarial en sus municipios. Ya no es preciso que tengan que marcharse a vivir a las grandes ciudades para encontrar un trabajo relacionado con su formación académica. Hoy, profesionales socio-sanitarios, médicos, fisioterapeutas, enfermeros, psicólogos, economistas, juristas, periodistas, pedagogos, docentes, informáticos, ingenieros, arquitectos, aparejadores, veterinarios,…pueden trabajar en su pueblo y vivir en él con un proyecto de vida estable y de futuro, aprovechando o poniendo en valor los recursos del propio territorio.
Lógicamente, políticas de otros ámbitos desarrolladas por los Gobiernos han sido imprescindibles para que esto sea así. Me refiero a la política educativa, sanitaria, social, económica o de infraestructuras, cultural…; políticas materializadas en una amplia red de centros educativos, guarderías, universidades, centros médicos, hospitalarios, residencias o centros de personas mayores, dependientes, concentraciones productivas, nuevas industrias y servicios, centros de apoyo a emprendedores y empresas y, por supuesto, las infraestructuras lineales o tecnológicas que vertebran territorial y socialmente Andalucía; políticas que han sido decisivas para conseguir el trinomio empresas-empleo-calidad de vida o lo que es lo mismo una economía local competitiva e innovadora.
Hoy podemos afirmar que gracias a todo ello en Andalucía no hay que cerrar ningún pueblo porque las personas que viven en ellos han sabido, con su creatividad, con su talento, con su conocimiento y con su trabajo, ir dando pasos para construir un modelo productivo más competitivo y de calidad, que les permite vivir en ellos.
En este largo recorrido de las políticas de desarrollo rural, que ahora cumplen 20 años en Andalucía, otro hito destacable ha sido su contribución clara y manifiesta a la hora de incorporar a la mujer al mercado laboral y al mundo de la empresa. Son muchas las mujeres que como representantes sociales participan en los órganos que deciden el reparto de los fondos públicos del desarrollo rural, pero también son muchas mujeres las beneficiarias de esos proyectos, bien porque encuentran un empleo estable, bien porque les permite crear su propia empresa.
Papel destacado en esta revolución silenciosa que hace progresar a nuestros municipios de Andalucía, pasito a pasito, a base de muchos proyectos pequeños, pero de gran calado social, es el de las personas que trabajan en los Grupos de Desarrollo Rural, Gerentes, Técnicos y Administrativos, que forman parte de ese equipo de profesionales cualificados que no han tenido que salir de sus pueblos para desarrollarse profesionalmente y que han liderado el trabajo de estas dos décadas a base de rigor, responsabilidad, dedicación, proximidad y entrega.
Junto a ellos han sido, son y seguirán siendo claves todas esas personas que trabajan desde entidades como los Centros de Apoyo al Desarrollo Empresarial, los Alpes y Directores de las Unidades Territoriales de Empleo, personal del S.A.E., Orientadores, Oficinas Comarcales Agrarias, Centros de la Mujer…, personas, profesionales que, con la tenacidad de las hormigas, van contribuyendo al almacenamiento de grano para afrontar el largo y duro invierno.
Ejemplar es la coordinación y el trabajo en equipo que entre todos han sabido realizar, junto a los Ayuntamientos y al tejido productivo local, para transformar la realidad socio-económica de las zonas rurales de Andalucía. A todas ellas debemos de felicitarles por estos 20 años de trabajo que permitirán, a buen seguro, largos años de bienestar y de futuro para las personas que habitan en los pueblos de Andalucía.
A partir de aquí nos queda seguir haciendo camino. Para ello, nuevamente el Gobierno andaluz les ha dotado de más fondos, para que de esta forma, activa y participativa, la ciudadanía continúe siendo la protagonista del progreso de los pueblos y ciudades de Andalucía.
Muchas son las virtudes de esta novedosa forma de transformar la realidad de las zonas rurales europeas, de nuestros pueblos de Andalucía. Una de ellas es la forma de trabajar, ya que son los Alcaldes y Concejales, los representantes de empresarios y trabajadores, jóvenes y mujeres, en definitiva, lo que llamamos los 'agentes del territorio', los que deciden qué hay que apoyar hoy para que las personas que habitan dichos territorios vivan mejor mañana. Eso es ciudadanía activa y participativa, que decide qué y a quién se apoya y que hace realidad los proyectos apoyados, a través de la principal garantía para mantener a las personas en un territorio: la generación de empresas y empleo local.
Desde un punto de vista demográfico, los efectos del desarrollo rural son también muy importantes para el enriquecimiento endógeno, ya que son muchos los jóvenes, hombres y mujeres, formados, cualificados que, a través de los proyectos apoyados, encuentran trabajo o inician una actividad empresarial en sus municipios. Ya no es preciso que tengan que marcharse a vivir a las grandes ciudades para encontrar un trabajo relacionado con su formación académica. Hoy, profesionales socio-sanitarios, médicos, fisioterapeutas, enfermeros, psicólogos, economistas, juristas, periodistas, pedagogos, docentes, informáticos, ingenieros, arquitectos, aparejadores, veterinarios,…pueden trabajar en su pueblo y vivir en él con un proyecto de vida estable y de futuro, aprovechando o poniendo en valor los recursos del propio territorio.
Lógicamente, políticas de otros ámbitos desarrolladas por los Gobiernos han sido imprescindibles para que esto sea así. Me refiero a la política educativa, sanitaria, social, económica o de infraestructuras, cultural…; políticas materializadas en una amplia red de centros educativos, guarderías, universidades, centros médicos, hospitalarios, residencias o centros de personas mayores, dependientes, concentraciones productivas, nuevas industrias y servicios, centros de apoyo a emprendedores y empresas y, por supuesto, las infraestructuras lineales o tecnológicas que vertebran territorial y socialmente Andalucía; políticas que han sido decisivas para conseguir el trinomio empresas-empleo-calidad de vida o lo que es lo mismo una economía local competitiva e innovadora.
Hoy podemos afirmar que gracias a todo ello en Andalucía no hay que cerrar ningún pueblo porque las personas que viven en ellos han sabido, con su creatividad, con su talento, con su conocimiento y con su trabajo, ir dando pasos para construir un modelo productivo más competitivo y de calidad, que les permite vivir en ellos.
En este largo recorrido de las políticas de desarrollo rural, que ahora cumplen 20 años en Andalucía, otro hito destacable ha sido su contribución clara y manifiesta a la hora de incorporar a la mujer al mercado laboral y al mundo de la empresa. Son muchas las mujeres que como representantes sociales participan en los órganos que deciden el reparto de los fondos públicos del desarrollo rural, pero también son muchas mujeres las beneficiarias de esos proyectos, bien porque encuentran un empleo estable, bien porque les permite crear su propia empresa.
Papel destacado en esta revolución silenciosa que hace progresar a nuestros municipios de Andalucía, pasito a pasito, a base de muchos proyectos pequeños, pero de gran calado social, es el de las personas que trabajan en los Grupos de Desarrollo Rural, Gerentes, Técnicos y Administrativos, que forman parte de ese equipo de profesionales cualificados que no han tenido que salir de sus pueblos para desarrollarse profesionalmente y que han liderado el trabajo de estas dos décadas a base de rigor, responsabilidad, dedicación, proximidad y entrega.
Junto a ellos han sido, son y seguirán siendo claves todas esas personas que trabajan desde entidades como los Centros de Apoyo al Desarrollo Empresarial, los Alpes y Directores de las Unidades Territoriales de Empleo, personal del S.A.E., Orientadores, Oficinas Comarcales Agrarias, Centros de la Mujer…, personas, profesionales que, con la tenacidad de las hormigas, van contribuyendo al almacenamiento de grano para afrontar el largo y duro invierno.
Ejemplar es la coordinación y el trabajo en equipo que entre todos han sabido realizar, junto a los Ayuntamientos y al tejido productivo local, para transformar la realidad socio-económica de las zonas rurales de Andalucía. A todas ellas debemos de felicitarles por estos 20 años de trabajo que permitirán, a buen seguro, largos años de bienestar y de futuro para las personas que habitan en los pueblos de Andalucía.
A partir de aquí nos queda seguir haciendo camino. Para ello, nuevamente el Gobierno andaluz les ha dotado de más fondos, para que de esta forma, activa y participativa, la ciudadanía continúe siendo la protagonista del progreso de los pueblos y ciudades de Andalucía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario