Antonio Lao
Director de Diario de Almería
EL boom inmobilirio pasó; la crisis -casi tres años- parece que entra en vías de extinción y las construcciones ilegales en la provincia, una gran mayoría en el Almanzora, permanecen inmoviles y en muchos casos fantasmagóricas. Ni las asociaciones de afectados, ni la administración, tampoco las incontables reuniones y, mucho menos, las innumerables promesas de una solución rápida y satisfactoria para todos, han sido capaces de sacar del inmovilismo un problema enquistado, que la Consejería de Obras Públicas y Vivienda parece que trata de enterrarlo en el cajón más profundo y procurar que se hable poco de él.
La reunión del lunes en el Almanzora de los alcaldes, la delegada y los afectados fue una más de las muchas que han tenido lugar y que, como otras tantas, no ha servido para arrojar algo de luz a un problema que sigue latente y preocupando a muchos ciudadanos.
No voy a entrar en cuántas de las viviendas deben legalizarse, cuántas derruirse o si los afectados eran conscientes o no de qué compraban, a quién compraban y quiénes y cuántos han visto como sus cuentas corrientes se ha visto abultadas gracias a negocios no todas las veces , digamos que limpios.
Bajo esta premisas y con el paragüas del olvido, no parece lo más coherente seguir dilatando una solución. Varias son las razones que deben llevar a la Junta de Andalucía a resolver, con criterio, el problema. La primera pasa por acabar con la desazón permanente en la que se encuentran los propietarios de estas casas; la segunda, por resolver un problema que está dejando en muy mal lugar a la administración y, claro, alejando muchos de los votantes habituales de esta fuerza política y, la tercera la lamentable imagen que estamos dando a Europa. Cada día que pasa la justicia será menos justa y en los tiempos que corren no es más que sumar algo más de disolvente corrosivo a un sistema que debe evitar, a toda costa, hacer aguas. La credibilidad de la Junta de Andalucía con este problema está en juego y nadie parece, por desgracia para los afectados, pensar en ellos. Muy al contrario. Visto lo visto, se perciben más síntomas de ahuecar el ala que de mirar de frente el problema y actuar.
La reunión del lunes en el Almanzora de los alcaldes, la delegada y los afectados fue una más de las muchas que han tenido lugar y que, como otras tantas, no ha servido para arrojar algo de luz a un problema que sigue latente y preocupando a muchos ciudadanos.
No voy a entrar en cuántas de las viviendas deben legalizarse, cuántas derruirse o si los afectados eran conscientes o no de qué compraban, a quién compraban y quiénes y cuántos han visto como sus cuentas corrientes se ha visto abultadas gracias a negocios no todas las veces , digamos que limpios.
Bajo esta premisas y con el paragüas del olvido, no parece lo más coherente seguir dilatando una solución. Varias son las razones que deben llevar a la Junta de Andalucía a resolver, con criterio, el problema. La primera pasa por acabar con la desazón permanente en la que se encuentran los propietarios de estas casas; la segunda, por resolver un problema que está dejando en muy mal lugar a la administración y, claro, alejando muchos de los votantes habituales de esta fuerza política y, la tercera la lamentable imagen que estamos dando a Europa. Cada día que pasa la justicia será menos justa y en los tiempos que corren no es más que sumar algo más de disolvente corrosivo a un sistema que debe evitar, a toda costa, hacer aguas. La credibilidad de la Junta de Andalucía con este problema está en juego y nadie parece, por desgracia para los afectados, pensar en ellos. Muy al contrario. Visto lo visto, se perciben más síntomas de ahuecar el ala que de mirar de frente el problema y actuar.
(elalmeria.es)
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