Javier Aureliano García
Secretario General del Partido Popular de Almería
Los altos cargos de la Junta en Sevilla no acaban de entender las razones por las que una y otra vez los almerienses les resultan esquivos a la hora de captar su voto. Por alguna razón inexplicable, en Sevilla siguen pensando que basta con promover unos buenos titulares o unos telediarios cariñosos en su televisión regional para que todo en Almería y en el resto del mundo crean que las cosas no son como son, sino como ellos dicen que son.
Pues va a ser que no. En Almería conocemos ya de sobra la gestión, la trayectoria y la capacidad para la fabulación más desvergonzada que caracteriza a nuestro gobierno autonómico. Y lo cierto es que esa percepción de que el rollo del éxito por decreto ya no cuela está extendiéndose a pasos agigantados por el resto de Andalucía, tal como reflejan con insistencia una y otra vez los sondeos de opinión y las encuestas que tan nerviosos tienen estos días a los señores de la Junta. La mejor prueba de ello son las declaraciones y las manifestaciones que últimamente vienen haciendo los responsables de la Junta de Andalucía cada vez que vienen a Almería, en las que destacan y subrayan “el indudable compromiso” del gobierno de Pepe Griñán -ellos son así de campechanos- con Almería.
Pero si eso fuera cierto, el señor Griñán no habría venido a inaugurar un secarral disfrazado de bosque para presentarlo como el pulmón de Almería, la joya de la corona o no sé qué maravillas más. Si eso fuera cierto, el gobierno del señor Griñán no permitiría que a día de hoy Almería y Málaga sigan incomunicadas por autovía o que los niños almerienses tengan que estudiar inglés por sorteo o educarse buena parte de ellos en barracones prefabricados. Si ese compromiso fuera cierto, hace ya años que los almerienses disfrutaríamos de un nuevo hospital en lugar de asistir a la permanente e inacabable ampliación de Torrecárdenas. Si la vinculación emocional y política del señor Griñán con Almería fuera tan incontestable como aseguran sus consejeros, el Cable Inglés habría dejado de ser una ruina oxidada hace muchos años. Si la Junta de Andalucía hubiera tenido verdaderamente presente a la provincia de Almería a la hora de hacer sus proyectos y diseñar sus infraestructuras, la A-92 no hubiese llegado a Almería con una vergonzante década de retraso. Sin salirme del tema de las carreteras, si los socialistas que gobiernan la Junta desde hace treinta años tuvieran a Almería como una prioridad, la autovía del mármol no seguiría durmiendo el sueño de los justos. Y sin salirme del mármol, hace falta tener la cara con un nivel de dureza muy similar cuando se hacen proclamas de afecto e interés por la tierra que produce la mejor piedra natural del mundo y a la hora de remodelar y acondicionar el Palacio de San Telmo encargar traer los mármoles de Carrara. Y en materia de agricultura, qué quieren que les diga. Si las empresas y los emprendedores agrícolas almerienses fueran realmente importantes para la Junta de Andalucía, estoy seguro que habrían sabido defender con más fuerza y criterio los intereses agrícolas de la provincia de Almería frente a productores extranjeros, especialmente Marruecos.
Y todavía se extrañan en Sevilla de los malos resultados electorales que cosechan siempre en Almería. Podrán insistir una y otra vez que su gestión es imparable, magnífica y que supera los umbrales de la excelencia. Podrán comprar espacios y más espacios en los medios de comunicación para vendernos la extraordinaria solvencia de su trabajo, pero la realidad de todos esos proyectos y la percepción de abandono y ninguneo que miles de almerienses tienen cada vez que se habla de la Junta de Andalucía se explica por sí misma. Y todavía se extrañan en Sevilla de que los almerienses no conozcan al señor Griñán. Bueno, pues voy a ayudar a que le conozcan un poco más. Verán; el señor Griñan, Pepe para los correligionarios, es en buena medida el responsable directo de que todas esas cosas que he mencionado antes sigan siendo un problema, una carencia y un retraso permanente en Almería. Por sus obras, o mejor dicho, por su falta de ellas, le conoceréis.
Secretario General del Partido Popular de Almería
Los altos cargos de la Junta en Sevilla no acaban de entender las razones por las que una y otra vez los almerienses les resultan esquivos a la hora de captar su voto. Por alguna razón inexplicable, en Sevilla siguen pensando que basta con promover unos buenos titulares o unos telediarios cariñosos en su televisión regional para que todo en Almería y en el resto del mundo crean que las cosas no son como son, sino como ellos dicen que son.
Pues va a ser que no. En Almería conocemos ya de sobra la gestión, la trayectoria y la capacidad para la fabulación más desvergonzada que caracteriza a nuestro gobierno autonómico. Y lo cierto es que esa percepción de que el rollo del éxito por decreto ya no cuela está extendiéndose a pasos agigantados por el resto de Andalucía, tal como reflejan con insistencia una y otra vez los sondeos de opinión y las encuestas que tan nerviosos tienen estos días a los señores de la Junta. La mejor prueba de ello son las declaraciones y las manifestaciones que últimamente vienen haciendo los responsables de la Junta de Andalucía cada vez que vienen a Almería, en las que destacan y subrayan “el indudable compromiso” del gobierno de Pepe Griñán -ellos son así de campechanos- con Almería.
Pero si eso fuera cierto, el señor Griñán no habría venido a inaugurar un secarral disfrazado de bosque para presentarlo como el pulmón de Almería, la joya de la corona o no sé qué maravillas más. Si eso fuera cierto, el gobierno del señor Griñán no permitiría que a día de hoy Almería y Málaga sigan incomunicadas por autovía o que los niños almerienses tengan que estudiar inglés por sorteo o educarse buena parte de ellos en barracones prefabricados. Si ese compromiso fuera cierto, hace ya años que los almerienses disfrutaríamos de un nuevo hospital en lugar de asistir a la permanente e inacabable ampliación de Torrecárdenas. Si la vinculación emocional y política del señor Griñán con Almería fuera tan incontestable como aseguran sus consejeros, el Cable Inglés habría dejado de ser una ruina oxidada hace muchos años. Si la Junta de Andalucía hubiera tenido verdaderamente presente a la provincia de Almería a la hora de hacer sus proyectos y diseñar sus infraestructuras, la A-92 no hubiese llegado a Almería con una vergonzante década de retraso. Sin salirme del tema de las carreteras, si los socialistas que gobiernan la Junta desde hace treinta años tuvieran a Almería como una prioridad, la autovía del mármol no seguiría durmiendo el sueño de los justos. Y sin salirme del mármol, hace falta tener la cara con un nivel de dureza muy similar cuando se hacen proclamas de afecto e interés por la tierra que produce la mejor piedra natural del mundo y a la hora de remodelar y acondicionar el Palacio de San Telmo encargar traer los mármoles de Carrara. Y en materia de agricultura, qué quieren que les diga. Si las empresas y los emprendedores agrícolas almerienses fueran realmente importantes para la Junta de Andalucía, estoy seguro que habrían sabido defender con más fuerza y criterio los intereses agrícolas de la provincia de Almería frente a productores extranjeros, especialmente Marruecos.
Y todavía se extrañan en Sevilla de los malos resultados electorales que cosechan siempre en Almería. Podrán insistir una y otra vez que su gestión es imparable, magnífica y que supera los umbrales de la excelencia. Podrán comprar espacios y más espacios en los medios de comunicación para vendernos la extraordinaria solvencia de su trabajo, pero la realidad de todos esos proyectos y la percepción de abandono y ninguneo que miles de almerienses tienen cada vez que se habla de la Junta de Andalucía se explica por sí misma. Y todavía se extrañan en Sevilla de que los almerienses no conozcan al señor Griñán. Bueno, pues voy a ayudar a que le conozcan un poco más. Verán; el señor Griñan, Pepe para los correligionarios, es en buena medida el responsable directo de que todas esas cosas que he mencionado antes sigan siendo un problema, una carencia y un retraso permanente en Almería. Por sus obras, o mejor dicho, por su falta de ellas, le conoceréis.
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