Los pinganillos

José Fernández
Asesor de Comunicación del Ayuntamiento de Almería

El Senado gastará el año que viene 350.000 euros en pagar a los traductores de los parlamentarios que empleen el catalán, el gallego, el euskera o el valenciano para dirigirse al Pleno. Es decir, que pagaremos a españoles por traducir a españoles que hablan a otros españoles. Creo que podemos imaginar una imbecilidad más cara, pero probablemente no más hiriente por innecesaria. La solemne payasada de ver en la Cámara Alta a un señor de Ceuta (Manuel Chaves) y a otro de Córdoba (José Montilla) usando traducción simultánea para entenderse no es más que una desconsideración y una falta de respeto al contribuyente.

A pesar de la oleada de necesarios recortes y restricciones, el extravagante gobierno que todavía lidera el señor Zapatero sigue despilfarrando con prodigalidad recursos que bien podrían ser empleados para otros fines más urgentes y perentorios que no mencionaré ahora, porque aquí es donde saltan los deontólogos de guardia diciendo que eso es demagogia. Populismos al margen, no puedo aguantarme y tengo que recordar que el mismo Gobierno que entierra 350.000 euros en esta chorrada de que parlamentarios castellanohablantes se entiendan en otras lenguas, ha destinado el año que viene 100.000 euros para el soterramiento en Almería. Lamentablemente, no existe un sistema legal que permita sancionar a todos y cada uno de los majaderos que han sugerido, diseñado y/o autorizado semejante ocurrencia con la devolución al Estado de ese dinero, detrayéndolo de su propio patrimonio. A todos estos iluminados les ponía yo a devolver, euro a euro, la factura del caprichito pentecostal de jugar a la babel lingüística en el Senado, mientras fuera de sus solemnes muros, miles de familias españolas hablan el lenguaje común de la incertidumbre, el paro y el no poder llegar a fin de mes.
(La Voz de Almería)

No hay comentarios:

Publicar un comentario