María Vázquez
Concejala del PP del Ayuntamiento de Almería
Puedo entender fácilmente que algunas personas acaben proyectando su estado de amargura, frustración o resentimiento a todas las acciones de su vida cotidiana o incluso a su trabajo. Eso hasta cierto punto es normal. Lo que a mi juicio sale de la normalidad es la permanente actitud de rabieta con la que algunos se enfrentan a la hermosa labor de colaborar en un medio de comunicación escrito. Me refiero a la cada vez más pesada labor de Antonio Sevillano, no ya como cronista apócrifo de la memoria reciente de Almería, sino muy especialmente en su labor como columnista de opinión. Las opiniones son como los celos: libres de expresarse del modo que uno pueda controlar. Y me da la impresión de que más que por el loable afán de ilustrar a los almerienses con sus vastos y bastos conocimientos de la historia local, lo que mueve al señor Sevillano es la muy comprensible sensación de envidia.
Aprovechaba recientemente el señor Sevillano un espacio similar a éste para volver a cargar contra el equipo de Gobierno (él sólo tiene ojos para nosotros) y en esta ocasión no era para decirnos lo mal que planificamos los festivales de flamenco, lo pésimamente que conmemoramos las efemérides o lo lamentablemente que dejamos pasar las oportunidades de ensalzar a las figuras locales que él estima como más notables. En esta ocasión ha rebuscado en el programa de visitas guiadas del área de Turismo para censurar, con esa carga de ceniza tan propia de quien vive instalado en el pasado más fúnebre, que una de las rutas propuestas utilizaba indebidamente el nombre de una tienda de zapatos y que no había que relacionarla con el misterio (en el sentido lúdico que queríamos darle, para que fuera una visita familiar con niños disfrazados con motivo del Halloween) sino con una vieja historia del dueño original de la misma. Sobresaliente en erudición y sobresaliente en pesadumbre, señor Sevillano.
¿Qué será lo próximo, don Antonio? ¿Avisar a los niños que vayan a Eurodisney que Pluto no es realmente un perro, sino un operario maltratado por el capitalismo metido en un caluroso disfraz? No quiero insistir mucho más en el tema, pero la verdad es que una acaba algo fatigada de tanto y tan triste afán de protagonismo cultural. No quiero con esto sugerir que don Antonio no nos vuelva a dar una lección histórica cada vez que le apetezca, sino que, por el bien de Almería, lo que tenía que hacer de una vez el PSOE es fichar al señor Sevillano para sus listas y hacerle concejal de Cultura si ganan las elecciones. Estoy convencida de que será un placer ver actuar y gestionar a alguien que lo tiene todo tan claro, que lo sabe todo, que se conoce al dedillo la historia de todas las tiendas y comercios y que se mueve como una ardilla por los árboles genealógicos de media Almería. Lo que es incomprensible es que, a estas alturas, nadie del PSOE haya caído en la cuenta del potencial electoral desperdiciado. Eso sí que es un misterio.
Aprovechaba recientemente el señor Sevillano un espacio similar a éste para volver a cargar contra el equipo de Gobierno (él sólo tiene ojos para nosotros) y en esta ocasión no era para decirnos lo mal que planificamos los festivales de flamenco, lo pésimamente que conmemoramos las efemérides o lo lamentablemente que dejamos pasar las oportunidades de ensalzar a las figuras locales que él estima como más notables. En esta ocasión ha rebuscado en el programa de visitas guiadas del área de Turismo para censurar, con esa carga de ceniza tan propia de quien vive instalado en el pasado más fúnebre, que una de las rutas propuestas utilizaba indebidamente el nombre de una tienda de zapatos y que no había que relacionarla con el misterio (en el sentido lúdico que queríamos darle, para que fuera una visita familiar con niños disfrazados con motivo del Halloween) sino con una vieja historia del dueño original de la misma. Sobresaliente en erudición y sobresaliente en pesadumbre, señor Sevillano.
¿Qué será lo próximo, don Antonio? ¿Avisar a los niños que vayan a Eurodisney que Pluto no es realmente un perro, sino un operario maltratado por el capitalismo metido en un caluroso disfraz? No quiero insistir mucho más en el tema, pero la verdad es que una acaba algo fatigada de tanto y tan triste afán de protagonismo cultural. No quiero con esto sugerir que don Antonio no nos vuelva a dar una lección histórica cada vez que le apetezca, sino que, por el bien de Almería, lo que tenía que hacer de una vez el PSOE es fichar al señor Sevillano para sus listas y hacerle concejal de Cultura si ganan las elecciones. Estoy convencida de que será un placer ver actuar y gestionar a alguien que lo tiene todo tan claro, que lo sabe todo, que se conoce al dedillo la historia de todas las tiendas y comercios y que se mueve como una ardilla por los árboles genealógicos de media Almería. Lo que es incomprensible es que, a estas alturas, nadie del PSOE haya caído en la cuenta del potencial electoral desperdiciado. Eso sí que es un misterio.
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