Javier Aureliano García
Secretario Provincial del Partido Popular
Una vez pase la pasajera y efervescente oleada de entusiasmo con el que sus seguidores más acérrimos ha acogido el cambio de gobierno realizado por Zapatero horas después de anunciar que no pensaba hacer algo parecido, millones de españoles nos seguiremos preguntando si este grupo de gobernantes está realmente preparado para sacar a España de la situación de crisis que atravesamos, precisamente, por su culpa. La respuesta es evidente: no.
España necesita un cambio de Gobierno y no un cambio en el Gobierno. España necesita cambiar el modo de entender y gestionar el Gobierno, desde la seriedad y la austeridad y no un cambio de cromos pensando exclusivamente en razones internas y partidistas. En mi opinión, y en la de millones de españoles de dentro y fuera del Partido Popular, el señor Zapatero debería ser honesto consigo mismo (si ello fuera posible) y convocar elecciones para permitir que los ciudadanos cambien el gobierno. Por desgracia, los españoles asistimos con preocupación a una nueva improvisación de Zapatero, a una nueva aplicación del “como sea” y “en dos tardes” liquidando su Gobierno de un plumazo a los tres días de asegurar públicamente que sólo cambiaría al ministro de Trabajo. Y como suprema paradoja del estilo zapateril, ha entregado la cartera de Trabajo a una persona que, hace menos de un mes, estaba en la calle manifestándose en contra de la reforma laboral que ahora será el encargado de aplicar y hacer cumplir y que, para mayor sorpresa, fue el responsable de la liquidación por cierre del fiasco de la cooperativa PSV de su propio sindicato. Del mismo modo, ha suprimido los ministerios de Igualdad y de Vivienda, después de años de despilfarrar miles de millones sin ningún resultado.
Llevado de una inquietante tendencia a rodearse de fracasados, Zapatero nombra ministros a políticos socialistas que no han tenido éxito en sus cargos anteriores. Así, Leire Pajín entrará al ministerio de Sanidad después de dejar el PSOE en estado casi Terminal, y tras perder las elecciones gallegas y europeas y después de acumular las peores encuestas de su historia. Trinidad Jiménez, después de suspender en dos ocasiones el ingreso en la Escuela Diplomática, es nombrada nada más y nada menos que Ministra de Exteriores, probablemente como recompensa a sus reiterados fracasos en las elecciones municipales y primarias de Madrid.
He dejado para el final de la lista a Alfredo Pérez Rubalcaba, que vuelve a acumular todo el poder y a ser portavoz del Gobierno. Exactamente igual que en los últimos años de mandato de Felipe González. En ese sentido, estoy seguro de que la historia va a repetirse con Zapatero, lo cual es un factor para sentirnos razonablemente satisfechos del nuevo ascenso de don Alfredo, que ya fue portavoz del Gobierno del GAL y de las escuchas ilegales.
Zapatero pierde, además, la oportunidad de crear un ministerio de Agricultura, lo cual demuestra el escaso aprecio que tiene por el campo español en general y por el almeriense en particular. De nada vale que los socialistas almerienses se feliciten ahora porque la nueva ministra de Medio Ambiente tenga mucho aprecio por Almería. El aprecio y el interés por los agricultores de nuestra tierra se demuestra considerándolos merecedores de todo el interés y no de un interés secundario en un ministerio de segunda.
Pero más allá del baile de nombres, lo más relevante de este cambio es que no es sino una maniobra política de Zapatero para ganar tiempo. Un tiempo que tiene como precio unos Presupuestos Generales que nuestro irresponsable presidente usa a cambio de apoyos políticos. Cuando el gobierno del PP necesitó apoyo político, hizo pactos de legislatura pero no pactos con los Presupuestos Generales del Estado. Sería muy revelador que todos los españoles pudiéramos conocer el fondo del acuerdo del PSOE con el PNV para evaluar así el coste real de este tiempo de prórroga que se ha comprado Zapatero con nuestro dinero.
He dejado para el final de la lista a Alfredo Pérez Rubalcaba, que vuelve a acumular todo el poder y a ser portavoz del Gobierno. Exactamente igual que en los últimos años de mandato de Felipe González. En ese sentido, estoy seguro de que la historia va a repetirse con Zapatero, lo cual es un factor para sentirnos razonablemente satisfechos del nuevo ascenso de don Alfredo, que ya fue portavoz del Gobierno del GAL y de las escuchas ilegales.
Zapatero pierde, además, la oportunidad de crear un ministerio de Agricultura, lo cual demuestra el escaso aprecio que tiene por el campo español en general y por el almeriense en particular. De nada vale que los socialistas almerienses se feliciten ahora porque la nueva ministra de Medio Ambiente tenga mucho aprecio por Almería. El aprecio y el interés por los agricultores de nuestra tierra se demuestra considerándolos merecedores de todo el interés y no de un interés secundario en un ministerio de segunda.
Pero más allá del baile de nombres, lo más relevante de este cambio es que no es sino una maniobra política de Zapatero para ganar tiempo. Un tiempo que tiene como precio unos Presupuestos Generales que nuestro irresponsable presidente usa a cambio de apoyos políticos. Cuando el gobierno del PP necesitó apoyo político, hizo pactos de legislatura pero no pactos con los Presupuestos Generales del Estado. Sería muy revelador que todos los españoles pudiéramos conocer el fondo del acuerdo del PSOE con el PNV para evaluar así el coste real de este tiempo de prórroga que se ha comprado Zapatero con nuestro dinero.
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