Andrés García Ibáñez
El título de esta columna está tomado literalmente de una ironía que estos días circula por internet de manos de los antitaurinos; su origen es la entrevista mantenida hace poco por la ministra Sinde con un grupo de toreros que se hacían pasar por artistas. En el encuentro, los matadores reivindicaron su condición de creadores y pidieron a la titular de Cultura que la fiesta pasara a depender de sus competencias ministeriales.
Sorprende, en todo caso, la deriva involucionista que experimenta, a pasos agigantados, este partido socialista, triste espejismo de aquel que fundara por 1879 el gran Pablo Iglesias que, en palabras de Ortega, era "uno de los máximos europeos de España". No ha habido otro gobierno en la joven democracia española más electoralista que el actual; casi todas las medidas que ha tomado han tenido un enfoque calculado, principalmente, en su rentabilidad mediática y de votos. Y esto es así, no sólo por la naturaleza específica del actual presidente o su entorno inmediato, sino por la propia evolución del sistema y de los propios partidos políticos; cualquier gobierno actual, indistintamente de su signo, estaría cortado por el mismo patrón. Y pese a medir siempre al cliente-elector, el PSOE se equivoca -a veces- en sus estrategias; no sospecha la cantidad de votos que este asunto de la tauromaquia le hace y hará perder. Izquierda y sus valores, democracia y civilización, son antagónicos al maltrato animal; no hace falta argumentar gran cosa. Como dijo Machado, "los pueblos que con sangre se divierten están heridos de muerte". Es sobradamente conocido el papel que ejerció Pablo Iglesias como furibundo detractor de los toros; casi semanalmente, hacía campaña abolicionista de la fiesta en El Socialista, publicación que dirigía y para la que escribió unos cuatro mil artículos de opinión. Cuentan que cuando alguien le hablaba de los toros, literalmente "blasfemaba".
Y aquí viene la cosa, el meollo del asunto: interesado por los textos antitaurinos del fundador socialista, he buscado con fruición, principalmente en la red. Ni rastro. Ni una sola línea. Pero no sólo en lo referido a este asunto; de ninguno, de absolutamente ninguno. Y yo me pregunto dónde estará el corpus intelectual de este autor; apenas hay referencias en la web oficial de la fundación que lleva su nombre. ¿Será Pablo Iglesias al PSOE lo que Jesucristo al Vaticano?. Pablo Castellanos -socialista rebotado e irreductible, empedernido e irascible, ha definido agudamente al felipismo como la base de la deriva actual, un fenómeno de tres caras; "liberalismo económico, populismo político y leninismo en la vida interna del partido". Puede que los tiros vayan por ahí.
Sorprende, en todo caso, la deriva involucionista que experimenta, a pasos agigantados, este partido socialista, triste espejismo de aquel que fundara por 1879 el gran Pablo Iglesias que, en palabras de Ortega, era "uno de los máximos europeos de España". No ha habido otro gobierno en la joven democracia española más electoralista que el actual; casi todas las medidas que ha tomado han tenido un enfoque calculado, principalmente, en su rentabilidad mediática y de votos. Y esto es así, no sólo por la naturaleza específica del actual presidente o su entorno inmediato, sino por la propia evolución del sistema y de los propios partidos políticos; cualquier gobierno actual, indistintamente de su signo, estaría cortado por el mismo patrón. Y pese a medir siempre al cliente-elector, el PSOE se equivoca -a veces- en sus estrategias; no sospecha la cantidad de votos que este asunto de la tauromaquia le hace y hará perder. Izquierda y sus valores, democracia y civilización, son antagónicos al maltrato animal; no hace falta argumentar gran cosa. Como dijo Machado, "los pueblos que con sangre se divierten están heridos de muerte". Es sobradamente conocido el papel que ejerció Pablo Iglesias como furibundo detractor de los toros; casi semanalmente, hacía campaña abolicionista de la fiesta en El Socialista, publicación que dirigía y para la que escribió unos cuatro mil artículos de opinión. Cuentan que cuando alguien le hablaba de los toros, literalmente "blasfemaba".
Y aquí viene la cosa, el meollo del asunto: interesado por los textos antitaurinos del fundador socialista, he buscado con fruición, principalmente en la red. Ni rastro. Ni una sola línea. Pero no sólo en lo referido a este asunto; de ninguno, de absolutamente ninguno. Y yo me pregunto dónde estará el corpus intelectual de este autor; apenas hay referencias en la web oficial de la fundación que lleva su nombre. ¿Será Pablo Iglesias al PSOE lo que Jesucristo al Vaticano?. Pablo Castellanos -socialista rebotado e irreductible, empedernido e irascible, ha definido agudamente al felipismo como la base de la deriva actual, un fenómeno de tres caras; "liberalismo económico, populismo político y leninismo en la vida interna del partido". Puede que los tiros vayan por ahí.
(elalmeria.es)
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