Emilio Ruiz
Da lo mismo que los presupuestos generales del Estado sean restrictivos o expansivos, que prioricen la inversión sobre el gasto corriente o viceversa, que aumenten en su cuantía o disminuyan, que las políticas sociales suban o bajen, da lo mismo que traten a Almería, o a Andalucía, peor o mejor. Todo da lo mismo, porque la reacción, el ritual, también siempre es el mismo: los del gobierno, que éstos son los presupuestos que el país, la comunidad autónoma y la provincia estaban esperando; los de la oposición, que son un engaño, un timo, una tomadura de pelo. “Son los presupuestos del fracaso de la política económica de Zapatero”, afirma, contundente, Montoro, “Caminan en una dirección correcta”, replica, seguro, Marugán.
No sé por qué la prensa insiste tanto en ponernos esta misma canción todos los años por estas fechas. Si ya nos la sabemos de memoria... Llevamos más de tres décadas de democracia, y es igual que el gobierno haya sido de la UCD , del PSOE o del PP; siempre igual.
Creo, por lo que observo, que la mayoría de los ciudadanos no gasta ni un solo minuto de su vida en estas cosas. Porque todo el mundo supone que, con más o menos acierto, quienes nos gobiernan, en cada momento, harán las cuentas que creen más adecuadas para el bien común. Pensar lo contrario sería una temeridad, pues nadie se pone a tirar piedras sobre su propio tejado. Uno ve las reacciones que se están publicando estos días y llega a dos conclusiones: a) que todavía hay gente que parece que está en la inopia y no se ha enterado de que la situación de España es la que es, y no es precisamente la propia como para ponerse a tirar cohetes, y b) que merecía la pena ir a votar aquel Estatuto de Autonomía que tantos se empeñaron en despreciar, pues, gracias a él, el gobierno se ha visto obligado a consignar inversiones en Andalucía en cantidad no inferior a la que por número de habitantes nos corresponde. Es por ley.
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