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Taxistas

Ana Vinuesa
Delegada de Obras Públicas y Trensportes en Almería
 
Llevamos un mes largo de polémica en torno al taxi y, a estas alturas, merece la pena hacer un paréntesis para reflexionar. Mi primera mirada me van a permitir que sea para los ciudadanos, para los lectores de este periódico que se desayunan cada día con una postura más contradictoria e irracional. A ellos tengo que decirles que desde las administraciones no hemos dudado en ningún momento en que el taxi es un servicio público que se regula pensando en el ciudadano y que desde la Junta de Andalucía simplemente adoptamos las medidas que, de forma consensuada, más le va a favorecer al usuario. A partir de aquí, los vecinos de Almería y del Bajo Andarax no deben preocuparse por el color de la línea que va pintada en la puerta del taxi o por el teléfono que aparece en el cristal. Hay 301 taxis a su disposición para los servicios que requieran.

Sin lugar a dudas, la segunda mirada debo dirigirla al sector del taxi, de Almería y del Bajo Andarax. Desde la Consejería de Obras Públicas a la que represento en Almería sólo pretendemos generar un escenario en el que los taxistas trabajen mejor, en el que se respeten los intereses de todos los colectivos y donde cuenten con unas reglas del juego claras. Todo esto se consigue con un área de prestación conjunta, un órgano de gestión que agrupe a todos los colectivos del ámbito metropolitano. Y algunos se preguntarán por qué ahora. Pues porque el sector del taxi, la Mancomunidad y el Ayuntamiento así lo han querido; porque hasta la fecha se funcionaba con una resolución provisional con la que ya no se sentían cómodos, porque las situaciones cambian y hay que adaptarse. La Junta de Andalucía, cuando los taxistas y el Ayuntamiento han tocado a nuestra puerta, ha puesto toda la carne en el asador para atender con la mayor diligencia -y esto es sello de la casa- cualquier inquietud, reclamación o necesidad de un ciudadano, un colectivo o cualquier otra institución. Por eso, desde la Delegación hemos emplazado a las partes a constituir una mesa de negociación, con la confianza en que todos los representantes que en ella se sientan vienen con intenciones sinceras de alcanzar un acuerdo en torno a ese modelo de gestión que ellos mismos nos reclaman. Y en esto todos tenemos que ser consecuentes. Ser consecuente significa defender lo mismo cuando uno se sienta en la mesa de negociación y cuando sale de ella; no presumir de liderar iniciativas complejas con la 'boca chica' y mantener una lealtad institucional. Se trata de una cuestión de voluntad. En la Junta la tenemos y vamos a agotar todas las vías mientras que los protagonistas crean en este proyecto.

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