Jose Fernández
Asesor de Comunicación del Ayuntamiento de Almería
Por un simple ejercicio de justicia poética, permítanme que al menos hoy recuerde con mucho cariño y un fuerte aplauso a todas las voces que a lo largo de los últimos años tuvieron la gentileza de ponerme a caldo cada vez que me atreví a censurar o a poner en solfa las ocurrencias, disparates y derroches emanados por el ahora extinto Ministerio de Igualdad. Los y, sobre todo, las que entonces se apoyaban en la vibrante argumentación del señor Zapatero para mantener abierto el chiringuito de agitación y propaganda de Bibiana Aído, no dudaban en arremeter como igualitaria falange macedonia contra los que no acabábamos de comprender eso de que un feto era un ser vivo pero no humano.
Si tan recias y furibundas críticas recibía quien, desde la modestia de este rincón, se limitaba a criticar la existencia de este carísimo e inútil organismo, no alcanzo a adivinar el nivel de censura y contestación que debería merecer el pedazo de machista, falócrata y misógino capaz de ordenar su cierre. Ah, que la idea de cerrarlo ha sido de Zapatero. ¿Pero no decía este señor que el Ministerio de Igualdad era una pieza clave en su política? ¿No aseguró nuestro irrepetible presidente que iba a mantener este ministerio a pesar de los ataques de los críticos? Vaya, lo que son las cosas. Pero lo que me extraña es que todas estas defensoras del igualitario ministerio, que se ponían como panteras cada vez que alguno se atrevía a poner en solfa las majaderías de doña Bibiana, actúen ahora como geishas del progresismo, silentes y sumisas. Será que si a Zapatero le da igual lo del Ministerio, pues a ellas también. Pues nada, valientes: todos por igual.
(La Voz de Almería)
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