Luis Rogelio Rodríguez-Comendador Pérez
Alcalde de Almería
En los últimos años, el vino ha pasado de ser para Almería un elemento de tradición cultural y gastronómica para convertirse, además, en un pujante vector económico provincial. Largos años de dedicación, cariño, investigación y esfuerzo empresarial han propiciado la aparición y asentamiento de una más que interesante serie de bodegas que elaboran un vino de alta calidad y de justificado prestigio.
La reciente celebración de la la IV Muestra del Vinos y Brandy de Almería, con la participación de un total de nueve bodegas, todas ellas de Almería (donde hay más de veinte), ha vuelto a poner de manifiesto el excelente momento por el que atraviesa un sector que ha sabido trascender de los ámbitos de artesanos y de recorrido corto al camino de los mercados nacionales e internacionales.
Situados en la senda de la producción de calidad, deben buscarse adecuadas estrategias de promoción y situación en un mercado extremadamente competitivo y en el que la producción almeriense merece, por calidad y confianza, un hueco de referencia. Almería es la provincia con más número de denominaciones de Vinos de la Tierra de Andalucía, con cinco en total: Norte de Almería, Desierto de Almería, Laujar Alpujarra, Ribera del Andarax y Tierra de la Sierra de Las Estancias y Los Filabres.
En esta nueva muestra, los bodegueros han insistido en la conveniencia de convertir la denominación de Vinos de la Tierra en Indicación Geográfica Protegida, una nueva enseña de calidad de la UE, la antesala de la denominación de origen. Creo que este camino es el que nos permitirá ver algún día a los vinos de Almería en el lugar que les corresponde por su calidad y el buen hacer de sus artífices y promotores. Y es que para comprender la trascendencia e importancia de este sector baste señalar que la producción de caldos de la tierra ha crecido en el último año en un 34% hasta superar los 25.000 hectolitros –más de tres millones de botellas-. La cosecha de uva para el vino superó las 3.800 toneladas (un 20% más que en 2009) y todo ello con el mismo terreno dedicado a la producción vinícola, 931 hectáreas. De esta producción, el 70% se comercializa en la provincia, un 20% en el mercado nacional y un 10% va a al internacional (Alemania, Holanda, Bélgica y Francia, fundamentalmente).
En la medida que las diferentes administraciones podamos ayudar a las empresas vitivinícolas almerienses, aunando esfuerzos y propiciando sinergias, estaremos colaborando de modo decisivo en la consolidación y promoción de un sector que está llamado a protagonizar grandes momentos en el desarrollo económico de la provincia de Almería. Lo cierto es que la labor incipiente de unos pocos enamorados de este noble arte ha evolucionado en los últimos años a través de criterios de calidad y profesionalidad hasta conseguir situarse, por mérito propio, en las reseñas de las revistas especializadas, en las cartas de los restaurantes más exigentes y en el corazón de todos cuantos prueban las diferentes variedades que se elaboran en Almería. Por todos ellos, y por todos cuantos respetamos y amamos el espíritu de tradición y cultura que supone el vino almeriense, brindo por un sector cargado de futuro.
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