Director de La Cimbra
Mientras Financial Times, el periódico de cabecera de la élite empresarial europea, salía a la calle con su editorial Zapatero, desafiante en medio de las turbulencias y su prestigiosa columna Lex debatía sobre si considerar a nuestro presidente muy valiente o muy estúpido al decir que los especuladores que atacan a España perderán hasta la camisa, ese mismo día, que fue ayer, José Luis Rodríguez Zapatero se reunía en La Moncloa con los presidentes de las 37 empresas más importantes del país. Objetivo: transmitirles a quienes representan más del 50 % del P. I. B. nacional que merece la pena confiar en España, en su situación actual y en su futuro inmediato.

Cuando redacto estas líneas, acaba de finalizar la reunión. Los empresarios, al ser convocados de forma individual, no han tenido oportunidad de exponer su punto de vista sobre la misma como una voz unificada. Los pocos que se han acercado a los micrófonos de los periodistas lo han hecho con palabras de optimismo. Quien sí ha comparecido en rueda de prensa ha sido el presidente del Gobierno. Rodríguez Zapatero ha pedido a los empresarios confianza en su gestión, así como esfuerzo inversor y credibilidad para la economía española. A cambio, se ha comprometido a agilizar las reformas estructurales que ya ha anunciado -la de las pensiones es inaplazable, más que como necesidad inmediata como mensaje para los mercados- y adoptar otras que fueran precisas. Para ser más competitivos, para poder aumentar las exportaciones, para incrementar la productividad y reducir el desempleo es necesario, dice el presidente, completar la reforma del sistema financiero e incentivar nuevas inversiones mediante desgravaciones fiscales adicionales. Ha establecido como fecha tope para la restructuración de las cajas de ahorros estas mismas navidades y ha prometido desarrollar de forma inmediata la reforma laboral que parece que a nadie ha dejado contentos, ni a empresarios ni a sindicatos. Zapatero les ha transmitido algo que ya anunciara en su extensa entrevista en el diario El País: hará las reformas que fuesen precisas, sin condicionante de ningún tipo, para que la economía española no pierda un ápice de su credibilidad. Y ello, aún a costa de no llegar a ser totalmente comprendido por lo que considera su base electoral.
Mariano Rajoy, minutos antes de la reunión, ha restado importancia a la misma. Sin salirse de su guión habitual ha persistido en la idea de que El problema de España es Zapatero. Son muchos los españoles que comparten esa idea. Y también son muchos quienes consideran que, una vez que se ha conformado una mayoría para sacar adelante los presupuestos generales del estado y que parece desechado el anticipo de elecciones generales, Mariano Rajoy podría arrimar el hombro un poquito más. El resultado de las próximas elecciones será el que tenga que ser, y todas las encuestas apuntan en una determinada dirección, pero ahora lo necesario es calmar a los mercados y cerrar las puertas de nuestra economía a los especuladores, siempre prestos a sacar taja de las peores situaciones. El Partido Popular ganaría confianza, en mi modesta opinión, si junto a las habituales críticas el Ejecutivo mostrara un abanico de propuestas y un apoyo sincero en los momentos de dificultad. La responsabilidad siempre es apreciada por el elector. Y no resta votos; al contrario, aumenta votos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario