Enchufados

Javier Salvador
Director de Teleprensa

Hace unas semanas, en una frutería que hay junto al mercado central de Almería, una señora le contaba a la dependienta que a su hija ya la habían colocado. Que como colabora con el chico que lleva la gente joven, le han asegurado ya que cuando se abra el nuevo mercado ella entra a trabajar “para hacer cosas de oficina, de administración y todo eso”. La dependienta le respondía “¡queeeee bonica!”. La orgullosa madre aprovechó para preguntar a la señora que le estaba metiendo los plátanos en la bolsa ¿y tu niño ha encontrado ya algo? La respuesta de la señora fue que no, que el chico seguía haciendo cursos para prepararse un poco mejor de cara a posibles oposiciones. Pero la guinda la puso la clienta cuando le dijo: "¡Tú lo tienes fácil, hija mía, si en la frutería le puedes hacer un hueco cuando quieras!".

A partir de ese momento la cara de la dependienta se puso tan roja como los tomates que tenía junto a la caja registradora. Se limitó a hacer una mueca de resignada aceptación, sumó los importes, revisó que llevaba tantas bolsas como anotaciones tenía en la caja, y se ventiló a la clienta sin más conversación. Cuando la señora se marchó, agarró su móvil, hizo una llamada y dijo textualmente: “Dile al fantasma de tu hermano que llame otra vez a su amigo el concejal, que me parece que el mismo puesto se lo están dando a 200 al mismos tiempo, o igual es que va a haber más gente en oficinas que puestos de vendedores”. Textual, porque nada más pillar mis dos bolsas de ensalada pretendía salir para apuntar aquella conversación -sí, es de mala educación, pero daba para una bitácora-, pero no todo iba a ser tan rápido, porque aún quedaba la parte más chula.

La dependienta, ya serena, hablando para el público, hablando sola, va y dice “se cree la mujer que mi hijo, después de cuatro años de carrera y unas prácticas, lo voy a meter con su padre para ir a la alhóndiga… si hace falta irá, pero antes me aseguro yo de que en el mercado no entre nadie que no tenga el mismo nivel que él ¡Será posible!". Claro que para redondear la faena un espontáneo va y suelta “no te preocupes -omito el nombre del dependiente-, si para cuando terminen el mercado la crisis ya ha terminado y está todo el mundo trabajando”. Lo que siguió no lo cuento, porque ciertamente se desvarió un poco y entraron todos en eso de que sólo encontrarán trabajo los que tienen carrera, que las niñas que se han dedicado a golfear no irán a ninguna parte y esas cosas. Así que cogí mis ensaladas con más pena que gloria -porque mucho aliño que les ponga nunca quitarán el hambre como dos buenos huevos fritos con patatas-, y salí de allí intentado recordar toda la secuencia mientras lo apuntaba en mi Moleskines de bolsillo.

Ayer, revisando unas notas encontré esa conversación y me vino a la mente el asunto del enchufismo en las empresas públicas de la Junta, que ahora se ha puesto de moda por sindicatos más ligados al PP, que han decidido denunciar lo que hacen los otros, cuando la verdad es que aquí todos se han puesto las botas.

Pero el problema no es que metan a quince o a veintidós, sino el porqué los meten, y la respuesta es muy sencilla. Depende del nivel del político en cuestión. La gente que accede a cargos públicos con una formación excelente tiende a contratar a gente de su mismo nivel o superior, porque su objetivo suele ser tener ayuda en sus procesos de dirección. Por el contrario, aquellos que entran en listas por haber sido fieles a su partido y haber repartido muchos programas por los barrios, tienden a prometer trabajo para todos, colocar a sus esposas, sobrinas e hijas de quienes les han ayudado en la campaña. Por ejemplo, en la misma Diputación Provincial, los mismos que denunciaron el supuesto "caso asesores" con el que el fiscal se jartó de reír devolviéndoles sus recortes de prensa a corrales, intentaban meter a la mujer de un alcalde de capital, a la hija de un concejal de basuras, al hijo de un parlamentario andaluz y más, y muchos más, que al no entrar por ahí entraron por otro lado. Es decir, que ya no tenemos que hablar de partidos políticos de derechas o izquierdas, medios de comunicación que se defienden a derechas o izquierdas, sino que ahora también tenemos sindicatos que miran según la administración esté a derecha o izquierda.

Y saben lo que les digo, que no está nada mal, que todo eso es bueno, siempre y cuando la gente no se equivoque y sepa perfectamente dónde está cada uno.
(Publicado en teleprensa.es)

No hay comentarios:

Publicar un comentario