Javier Salvador
Director de Teleprensa
Hace unos días un tertuliano de Telemadrid protagonizaba otro nuevo escándalo, otro más después de las ya famosas confesiones de Sanchez Dragó en las que contaba que se había acostado con dos “lolitas” de unos trece años. En el nuevo episodio, un tipo que no merece ser mencionado para que no aportemos ni un granito de arena a sus ganas de fama, decía que a él le ponían las chicas de 17 y 18, por "esa tensión de la carne, esas vaginas que aún no huelen a ácido úrico, que están limpias… que tienen este olor a santidad de primer rasurado, que aún no pican… Esta carne que rebota, joven. Y ese entusiasmo, que te quieren enseñar que están liberadas, que ya son mayores". Repugnante ¿verdad? Pues siguió, pero me niego a repetir más, y lo más gracioso de todo es que entre el público había niños y que la presentadora era, nada más y nada menos, que Isabel San Sebastián, baluarte de la derecha total apostólica y romana, que en vez de pedirle que saliese del plató y no volviese allí, le reía la gracia pidiéndole que lo dejase ya. Pero como entenderán lo que se hace en Telemadrid no debe asustarnos mucho, aunque sí me sorprenden las mil caras que tiene un mismo partido político.
Tal es así que mientras en Madrid se permiten tener a verdaderos necesitados de una buena relación con una mujer de verdad, con sus años su experiencia y su todo, permitiendo que digan todas las sandeces que se les pasen por la cabeza -aunque por lo menos van subiendo el nivel de edad, porque entre las de 13 de Dragó y las de 17 del actual, por lo menos se acercan a la mayoría de la edad-, en un pueblo de Almería, llamado Adra, la alcaldesa quiere cerrar una emisora de un instituto porque la critican.
La cosa tiene su gracia, porque ella, además de convenios con distintos medios de comunicación para que publiquen cualquier chorrada que se le ocurra, tiene su propia radio, tan plural y objetiva como se puede esperar de Carmen Crespo, alcaldesa de la localidad, la misma que contrata los trabajos organizativos de actividades culturales a la academia de formación que comparten su esposo y su jefa de gabinete, y como no debía ser suficiente el rendimiento, decidió también contratarles a ellos, pero eso sí, con el sueldo bien repartidito entre todos y cada uno de los ciudadanos que pagan sus impuestos municipales en Adra. Y nadie dice nada, por ahora.
La alcaldesa, que verá bien que en Telemadrid hablen de jovencitas, pero que no acepta que la critiquen en una tertulia de una emisora local, hecha con medios por debajo de lo que podemos llamar rudimentarios, sin capacidad económica alguna para su promoción, frente a la potente y cara radio municipal que no escucha nadie, ha decidido llevar el asunto al Parlamento Andaluz. Nada más y nada menos.
Y llegados a este punto lo que cabe preguntarse es ¿dónde queda la capacidad de ridículo de algunos dirigentes políticos? Supongo que Carmen Crespo también incluirá en su exposición parlamentaria una condena expresa a Telemadrid, pero como no sería capaz de mirar las faltas de su propio partido, el PP, esperemos que alguien le pregunte hasta qué punto es interesante para la Cámara andaluza el ataque de nervios que le produce tener a gente en su pueblo que no está dispuesta a callarse. Igual también le pueden preguntar por alguno de los casos que tiene en su propia casa, como las contrataciones con la academia de su esposo, la licencia de obras de un concejal que se hizo una casa al ritmo y forma que le dio la gana o que su concejal de deportes esté imputado por vender títulos de patrón de embarcaciones recreativas al peso, sin examen ni nada.
Tal es así que mientras en Madrid se permiten tener a verdaderos necesitados de una buena relación con una mujer de verdad, con sus años su experiencia y su todo, permitiendo que digan todas las sandeces que se les pasen por la cabeza -aunque por lo menos van subiendo el nivel de edad, porque entre las de 13 de Dragó y las de 17 del actual, por lo menos se acercan a la mayoría de la edad-, en un pueblo de Almería, llamado Adra, la alcaldesa quiere cerrar una emisora de un instituto porque la critican.
La cosa tiene su gracia, porque ella, además de convenios con distintos medios de comunicación para que publiquen cualquier chorrada que se le ocurra, tiene su propia radio, tan plural y objetiva como se puede esperar de Carmen Crespo, alcaldesa de la localidad, la misma que contrata los trabajos organizativos de actividades culturales a la academia de formación que comparten su esposo y su jefa de gabinete, y como no debía ser suficiente el rendimiento, decidió también contratarles a ellos, pero eso sí, con el sueldo bien repartidito entre todos y cada uno de los ciudadanos que pagan sus impuestos municipales en Adra. Y nadie dice nada, por ahora.
La alcaldesa, que verá bien que en Telemadrid hablen de jovencitas, pero que no acepta que la critiquen en una tertulia de una emisora local, hecha con medios por debajo de lo que podemos llamar rudimentarios, sin capacidad económica alguna para su promoción, frente a la potente y cara radio municipal que no escucha nadie, ha decidido llevar el asunto al Parlamento Andaluz. Nada más y nada menos.
Y llegados a este punto lo que cabe preguntarse es ¿dónde queda la capacidad de ridículo de algunos dirigentes políticos? Supongo que Carmen Crespo también incluirá en su exposición parlamentaria una condena expresa a Telemadrid, pero como no sería capaz de mirar las faltas de su propio partido, el PP, esperemos que alguien le pregunte hasta qué punto es interesante para la Cámara andaluza el ataque de nervios que le produce tener a gente en su pueblo que no está dispuesta a callarse. Igual también le pueden preguntar por alguno de los casos que tiene en su propia casa, como las contrataciones con la academia de su esposo, la licencia de obras de un concejal que se hizo una casa al ritmo y forma que le dio la gana o que su concejal de deportes esté imputado por vender títulos de patrón de embarcaciones recreativas al peso, sin examen ni nada.
Una de las cosas que, además, más molestan a Carmen Crespo de la emisora Retahíla es que deben copiar contenidos de teleprensa.es, medio de comunicación que tampoco le gusta porque no le baila sus canciones. Pero un mensaje le mando. A teleprensa.es la copian, sólo en Almería, unas 30 emisoras de radio locales, medios de comunicación escritos, decenas de blogs, centenares de perfiles de redes sociales y, lo peor de todo, es que no nos importa, nos encanta, ya sea para hacer uso de la información, para comentarla o para criticarla como hacen sus secuaces. Pero hay algo peor para la alcaldesa de Adra que una emisora de radio de Adra. Ella lo sabe y pronto será de dominio público, así que también puede llevarlo al Parlamento.
(Publicado en teleprensa.es)
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