Pepe Fernández
Periodista
El presidente, en realidad, con los jóvenes dirigentes a su alrededor en el Puente de Mando del PSOE-A, estaba asumiendo desde que llegó la democracia la responsabilidad histórica de tutelar el aterrizaje de la tercera generación de socialistas andaluces. Ahí aparecieron figuras emergentes como las de Rafael Velasco, Mario Jiménez o Susana Díaz, un triunvirato que creían, entonces, garantizaría la supervivencia del adn que les venía dando sucesivas victorias electorales durante treinta años.
Dentro del gobierno Pepe Griñán iba a contar con Mar Moreno, mujer apadrinada por Zapatero, descubierta por Zarrías en Jaén, promocionada por Chaves e históricamente vetada por Luis Pizarro como candidata a la Junta.
El congreso regional extraordinario no fue un camino de rosas para Griñan. El pizarrismo -apoyado en la distancia por Chaves- mantuvo la tensión ambiental hasta altas horas de la madrugada con la pretensión de influir en la nueva ejecutiva, fundamentalmente a través de las agrupaciones de Cádiz y Almería.
Nadie olvidaba ese fin de semana, justo cuando empezaban a conocerse las primeras y vergonzantes conversaciones de la Operación Poniente, que la nueva dirección saliente del cónclave era la que iba a confeccionar las listas municipales y autonómicas próximas. También la que iba a determinar la gravedad de las quemaduras del núcleo dirigente almeriense a raíz de conocerse el mamoneo político que durante años mantuvieron con los imputados del PAL en El Ejido.
En este contexto hay que situar una coincidencia nada despreciable para el presidente: el líder oficial de la provincia e impulsor de esos reiterados pactos anti natura, Martín Soler, era, además de consejero, el candidato oficial de Luis Pizarro para sustituir a Chaves. Una posible candidatura parece que aplazada solo un par de años, pese a consolidarse Griñán para el cargo de presidente y candidato "seguro" en 2012.
Muchos de los asistentes a aquel decisivo congreso, salieron con la amarga sensación de haber asistido a una dura, descarada y descarnada lucha por el poder interno en el partido. Una batalla que, formalmente, ganó lo que se quedó en llamar “griñanismo”.
El primer gobierno griñanista
De aquel congreso salió un gobierno nuevo, hecho a la medida de Pepe Griñán, sin ataduras de clanes, intereses y personalismos o territorios, tras haber desalojado oficialmente a quien solo días antes decidía en el partido desde el aparato de San Vicente. Situar a Pizarro en Gobernación y Justicia, convencerle de que aceptase vestir a diario con traje y corbata, fue su jugada política más audaz. Con el paso de los meses, Pizarro, más exactamente su figura política como poderoso vicesecretario general, acabaría diluida, y como miembro del gobierno con más protagonismo en la conmemoración de la La Pepa en Cádiz, que al día a día de los asuntos propios de sus dos consejerías, Gobernación y Justicia.
Manuel Chaves, informado a diario por Zarrías de lo que sucedía en las cocinas socialistas de la comunidad y de los riesgos que empezaba a correr el modelo histórico de partido, comenzó a mostrarse inquieto y muy crítico con las cosas que hacía su viejo amigo Pepe Griñán en Sevilla. Conociendo el argot del habilidoso político de Jaén, seguro que le dijo a Chaves que su amigo Griñán estaba jugando con las cosas de comer.
El modelo lampedusiano, que todo cambie para que todo siga igual que antes, empezaba a hacer aguas por donde Chaves menos esperaba, por su heredero en la presidencia, que parecía dispuesto a ejercer el mando conforme a los estatutos del partido, rompiendo de facto con un pasado difícil de mantener y asumir en tiempos de crísis y graves turbulencias económicas, sociales y políticas.
Durante muchas semanas, meses quizá, Chaves y Griñan dejaron de hablarse. En la celebración institucional del 28-F no escapó a los observadores el distanciamiento entre ambos que, finalmente, acabaría siendo reconocido públicamente por los dos, como restando importancia al episodio. Es más, Chaves me confesó en una entrevista en Onda Cero que esas diferencias o enfados eran cosas “normales”, lo mismo que pasa a veces en los matrimonios.
Lo primero que había que preguntarse es por el motivo del distanciamiento, máxime cuando el propio Griñán fue quien proclamó meses antes a los cuatro vientos que antes que enfrentarse a su amigo Manolo dejaría la vida política.
De caja única a Unicaja
Mientras todo esto ocurría entre las discretas bambalinas del socialismo andaluz, en las propias áreas de gobierno, un sinfín de asuntos de relevancia esperaban soluciones y, a ser posible, satisfactorias para los intereses de Andalucía. El diseño final del Sistema Financiero en la comunidad era, seguramente, el más importante y con calado. Pero en ese diseño poco o nada iba a contar finalmente la opinión del presidente de la Junta ante Miguel Angel Fernández Ordóñez, ordenando manu militari desde Cibeles fusiones o intervenciones del Banco de España. El líder Griñan se quedó bastante solo frente a Madrid a la hora de salvar el viejo proyecto de la caja única, como en otros asuntos de gobierno donde, de pronto, también aparecieron fricciones entre Sevilla y Madrid, como lo de las lindes de Doñana. Recordó mucho la etapa Aznar en Moncloa y Chaves en Sevilla.
Lo cierto y constatable es que en el tramo de un año han escapado al control andaluz las cajas de Córdoba, Granada y finalmente Cajasol en Sevilla y Huelva, quedándose Unicaja haciendo honor a su nombre pero al revés, la única caja netamente andaluza. Pero lo sucedido en los últimos años en relación con el sistema financiero andaluz es una historia que está por contar y cuya moraleja final podría resumirse en que han prevalecido los intereses personales o de clan antes que los generales de los impositores andaluces. Una historia, por supuesto, con buenos y malos al mismo tiempo y que se confunden.
El factor almeriense
Sostengo la tesis de que en esta crísis interna del PSOE-A durante este último año, el factor almeriense ha sido clave para su agravamiento y por muchas razones. Como conocen los habituales lectores de este blog, lo que ha estado sucediendo en los bajos fondos de la política almeriense se puede resumir con una imagen: Griñan ha destapado la olla y el puchero huele mal, tirando a podrido.
La descubierta de actuaciones políticas del líder almeriense Soler, seguramente legales pero éticamente muy cuestionables, reafirmaron al presidente en su acierto al ponerle las cosas de tal manera que Martín no aceptase seguir en el gobierno. Un corte de mangas posterior al presidente en público que no pasó desapercibido para los socialistas, algunos de los cuales sentenciaban ya entonces que la ambición y las prisas del político almeriense le habían hecho perder los papeles y la brújula de navegar. Otros fueron más crueles y remarcaron que ese monstruo de la politica había sido creado y fabricado en el laboratorio del doctor Pizarro.
La llegada al poder de Griñan coincidió con el estallido más terrible de la crisis económica que empezaba a ofrecer su peor cara social ante los trabajadores y empresarios. Al presidente le tocaba lo más desagradable, recortar el gasto, salvando la inversión en aspectos como educación, salud y servicios sociales. Y para ponerlo en papel del Boja ha tenido a una mujer de su absoluta confianza, Carmen Martínez Aguayo, una eficaz funcionaria que dicen que no entiende de barcos ni de piratas.
Innovación: se levantan las alfombras
Paralelamente, el sucesor de Soler en Innovación, Antonio Ávila, empezaba a tomar el control de su departamento y, especialmente, todo lo relacionado con las operaciones económicas auspiciadas por su predecesor en el cargo, particularmente en Almería.
Ávila, no sin resistencia orgánica del secretario general de Almería, Diego Asensio, logró nombrar de delegado de su consejería a Juan Carlos Pérez Navas, un tipo de absoluta confianza del partido y contrastada honestidad. El crack de la que iba a ser la primera compañía aérea de la autonomía, arropada y financiada por decisión de Soler, propiedad de un grupo integrado por sus más selectos amigos, fue la primera de las cuestiones discutidas y discutibles de la gestión del ex consejero de Almería, un marrón que tuvo que afrontar la pública Invercaria tras la crujía de Andalus Air Lines.
Las múltiples informaciones recabadas por el griñanismo en Sevilla sobre las andanzas de Soler y el denominado “clan de Cuevas” en Almería, llevaron a la nueva dirección del partido a ir más allá y ponerse a investigar alguna de esas operaciones “raras”, que tímidamente veían la luz, al tiempo que los fiscales le echaban un ojo. Cuando Soler se enteró de la cacería, con Velasco al frente y la escopeta en ristre, tuvo claro que le disparaban con fuego real, o lo que es lo mismo, que iban a por su cabeza.
Entre cacería y montería
Dos hechos muy llamativos se producen a partir de ese momento. Por un lado el vicepresidente Manuel Chaves a vueltas del verano se traslada a Sevilla y arregla la situación con Griñan, al que le pide que mantenga la unidad del partido y que acabe con la persecución contra Soler y otros dirigentes gaditanos del PSOE. Y por otro, salen a la luz unas informaciones sobre las subvenciones de fondos públicos para formación a una empresa en Córdoba de la mujer de la mano derecha del presidente. Inesperadamente, contra todo pronóstico, saliéndose de la pauta de comportamiento habitual de la clase política en estos casos, sin imputacion judicial ni nada, Rafael Velasco decidió dimitir de forma irrevocable, de hoy para mañana. Culparon al PP y los populares se quedaron de mármol de Macael, sorprendidos por la buena puntería que habían tenido esta vez. (En privado juran, siguen asegurando, que ellos no disparararon contra Velasco).
Que el presidente optase, tras la crisis por la dimisión de Velasco, por amortizar el cargo de Vicesecretario General del partido, no dejó de ser un síntoma que venía a confirmar que había existido acuerdo para rebajar la tensión interna, aparcando Griñán cualquier movimiento de fichas sensibles para después de las elecciones municipales de mayo.
Pero cuando la crísis por el Caso Velasco parecía medio superada, al margen de puntuales iniciativas parlamentarias del PP a las que la mayoría pondría sordina sin problema como otras veces, una nueva bomba política estalla de la mano de la Justicia que investiga, con ardor y pasión, el famoso Caso Mercasevilla.
En efecto, además de saberse desde el principio que los gestores socialistas de la lonja sevillana pidieron un maletín, que tenían que dejar olvidado en el despacho del Gerente los empresarios del Grupo La Raza, conteniendo gran parte de una subvención otorgada por la Consejería de Empleo, un nuevo detalle puso los pelos de punta a la sociedad sevillana y particularmente a veteranos socialistas que conocen muy bien el paño del partido.
El ERE de Mercasevillado
Se trata de la inclusión en las listas del ERE de Mercasevilla de dos personas que, sin haber trabajado nunca en el mercado central, figuraron en la lista como perceptores ereados de cantidades que superaban los 150.000 euros cada uno. Pero lo que al asunto le otorga posible gravedad penal y gran trascendencia política es que ni uno ni otro de los referidos dice ser titular real de la cuenta corriente donde el Banco Vitalicio ingresó esas importantes sumas de dinero. Eso sí, uno de ellos era identificado como cargo del PSOE de Baeza en Jaén y cercano a uno de los amigos de Gaspar Zarrías –Juan Lanzas- quien también apareció en su día, junto al delegado de Empleo de Sevilla y un Director General de la misma consejería, como un señor que cobró por asesorar en la confección del mencionado expediente de regulación de empleo en la empresa pública municipal.
Se trata de la inclusión en las listas del ERE de Mercasevilla de dos personas que, sin haber trabajado nunca en el mercado central, figuraron en la lista como perceptores ereados de cantidades que superaban los 150.000 euros cada uno. Pero lo que al asunto le otorga posible gravedad penal y gran trascendencia política es que ni uno ni otro de los referidos dice ser titular real de la cuenta corriente donde el Banco Vitalicio ingresó esas importantes sumas de dinero. Eso sí, uno de ellos era identificado como cargo del PSOE de Baeza en Jaén y cercano a uno de los amigos de Gaspar Zarrías –Juan Lanzas- quien también apareció en su día, junto al delegado de Empleo de Sevilla y un Director General de la misma consejería, como un señor que cobró por asesorar en la confección del mencionado expediente de regulación de empleo en la empresa pública municipal.
Con estas revelaciones el escándalo Mercasevilla, necesariamente, sube un peldaño institucional para instalarse de momento en la Junta de Andalucía, poniendo la Justicia su diana en el entonces consejero del ramo, José Antonio Viera, actualmente secretario general del PSOE en Sevilla.
Este cúmulo de circunstancias en torno al dinero público manejado en estos años desde la Consejería de Empleo, en manos siempre de personas próximas al aparato regional socialista, abren una serie de lógicas incógnitas que bien merecerían la creación de una comisión de investigación parlamentaria, algo que evidentemente no sucederá, dada la histórica animadversión socialista a estas iniciativas. De hecho, el presidente Griñan –que no ha abierto la boca todavía sobre el asunto- debiera ser el primer interesado en que se aclarase hasta el último detalle de esta truculenta historia que afecta al dinero del gobierno y a gente de su partido. Sobre todo para dejar claro y diáfano ante la opinión pública lo que dicen en privado algunos dirigentes socialistas, que estamos ante un grupo “de pillos, aislados” y que nada tienen que ver estos sucedidos con una supuesta financiación irregular del PSOE. Algo que ya ha empezado a escucharse en boca de gente del PP o, sin ir más lejos, al presidente del Comité de Empresa de Mercasevilla, al que el secretario del PSOE de Sevilla amenazó de forma fulminante con llevarle a los tribunales por pensar tal cosa y, además, decirla.
Empleo: bajo sospecha
La amenaza de una querella por parte de Viera contra el sindicalista no parece a priori que sea la vía políticamente más rentable a utilizar cuando todos piden luz, taquígrafos y la verdad sobre el destino del dinero salido de la Consejería de Empleo. Y sobre todo cuando se empieza a hablar de la existencia de una investigación del INEM, sobre la distribución de fondos de Formación Continua en Sevilla, donde una empresa concreta, parece que con vinculaciones a cargos socialistas notables, habría resultado muy beneficiada en el reparto, mucho más por cierto que la de la mujer de Velasco, según me asegura en privado un veterano cargo público sevillano del PSOE.
Veinte meses después del relevo en la Junta de Andalucía y en la dirección del partido, Pepe Griñán, forzado por el libreto, ha optado por echar el freno, y ha decidido optar por una política de unidad aparente, de paños calientes, del vamos a llevarnos bien, una tregua de medio año y a esperar a ver qué sucede en mayo.
Pero en el fondo sabe que quienes en su partido le mantienen anotado (y subrayado) en la libreta de ajustes de cuentas pendientes, seguirán yendo a por él, pase lo que pase en las municipales.
Le queda el consuelo, de aquí a entonces, de releer el pensamiento legado por Don Nicolás Salmerón, a cuya figura recordó y homenajeó hace poco en su pueblo natal de Alhama de Almería. Quizás, entre las ideas y reflexiones del ilustre alhameño republicano, encuentre “el látigo” que necesitará el jefe del socialismo andaluz el día que se decida a continuar la tarea de transformar y modernizar el PSOE y profundizar en la renovación ética y estética de su partido. Algo que a gritos parece que está pidiendo el electorado socialista andaluz desde hace tiempo, a tenor de los indicadores demoscópicos y la pérdida de confianza en las encuestas. Otra cosa es que la historia de estos veinte años, las circunstancias por llegar y Manolo Chaves se lo permitan.
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