Jose Fernández
Periodista
En más de una ocasión he escrito acerca del inquietante avance de una especie de pudibundez colectiva o memez consensuada que decretan los muecines de lo correctamente político a través de sus minaretes mediáticos y que es expandida vertiginosamente por las redes sociales y demás efervescencias tecnológicas. La más reciente demostración de esta idiotización colectiva la tenemos en el rasgado de vestiduras que está provocando la aparición de una página web en la que se denuncian los abusos e irregularidades cometidas por el ejército norteamericano durante la invasión de Irak. Supongo que todos estos tolilis pensarán que es posible hacer la guerra de un modo políticamente correcto, cuando la guerra (cualquiera de ellas) constituye la negación de todas las formas que nos permiten reconocernos como seres civilizados.
Miedo me da pensar en qué habría sido de la humanidad si Homero hubiese sido el primer autor políticamente correcto y hubiera censurado con acritud a Odiseo y Agamenón por el feo gesto de engañar a los troyanos con un caballo de madera lleno de griegos sedientos de sangre. Sorprende que a estas alturas todavía haya bienpensantes capaces de escandalizarse porque los americanos entrasen en Bagdad a tiros y no debatiendo constructivamente con las tropas iraquíes. Y no se trata de apoyar la guerra o defender el uso de la violencia. No es eso de lo que hablo. Lo que quiero decir es que las guerras, con independencia de su razón o su causa, no son más que un escenario criminal sin más regla que matar al enemigo antes de que el enemigo te mate a ti. Incomodarse por ello es como sorprenderse porque la mierda no huela bien.
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