Director del Instituto de Estudios de Fundación Cajamar
Voy a aprovechar un correo que he escrito esta tarde en respuesta a otro en el que se hablaba de cómo Irlanda había pasado de ser un ejemplo de desintervención, estrategia, previsión y liberalización a tener que ser auxiliada por los contribuyentes europeos, siendo rescatada. El correo original se preguntaba hasta cuándo íbamos a estar socializando pérdidas sociales si se suponía que es mercado era el mejor mecanismo para asignar recursos, riesgos y precios... :-)
La respuesta que he dado es lo que transcribo a continuación. Está un poco deslavazado, lo que se explica por la digestión costosa de una comida de abundante discusión:
Precisamente esta mañana leía un pequeño artículo en Público sobre Irlanda, y hace un momento leía en el twitter de Ignacio Escolar su pelea en Meneame con otro usuario que defendía que los problemas de Irlanda devienen del exceso de intervención. Me da la impresión de que el problema de fondo es que hemos convertido el debate económico en un debate dogmático. No nos damos cuenta de que en economía los dogmas no sirven, y que las ideas de hoy no son útiles para mañana y las de ayer apenas sirven para hoy. Uno de esos dogmas es el de la intervención: los liberales sueñan con una sociedad desintervenida, que es tan utópica como la socialista. Si no somos capaces de superar este duopolio ideológico mal camino llevamos.
La respuesta que he dado es lo que transcribo a continuación. Está un poco deslavazado, lo que se explica por la digestión costosa de una comida de abundante discusión:
Precisamente esta mañana leía un pequeño artículo en Público sobre Irlanda, y hace un momento leía en el twitter de Ignacio Escolar su pelea en Meneame con otro usuario que defendía que los problemas de Irlanda devienen del exceso de intervención. Me da la impresión de que el problema de fondo es que hemos convertido el debate económico en un debate dogmático. No nos damos cuenta de que en economía los dogmas no sirven, y que las ideas de hoy no son útiles para mañana y las de ayer apenas sirven para hoy. Uno de esos dogmas es el de la intervención: los liberales sueñan con una sociedad desintervenida, que es tan utópica como la socialista. Si no somos capaces de superar este duopolio ideológico mal camino llevamos.
Por otro lado, coincido. Lo de Irlanda ha sido un ejemplo. Me he hartado durante toda la década de los 90 de oír hablar de Irlanda como un ejemplo de planificación, o como un ejemplo de liberalización y, al final, ha terminado igual que la mediterránea Grecia de la que nadie esperaba nada bueno. Creo que la clave no está en una mala planificación, ni en la intervención ni en la desintervención. El problema de fondo ha estado en el sistema financiero. Los irlandeses apostaron por complementar a la City en los últimos años, jugando a la banca internacional. Ese juego, que ha demostrado ser una especie de ruleta rusa en la que la última ronda el revólver iba cargado entero, es el que ha puesto a todos a los pies de los caballos. Si lo pensamos bien, ni siquiera ha sido el mercado el culpable, lo han sido algunos agentes del mercado que se han dedicado a empaquetar humo, que luego era reempaquetado por otros difuminando aún más su origen fantasioso. Ha habido al menos dos errores de partida: nunca se debió permitir que los riesgos titulizados salieran de los balances de los bancos (fallo público y privado) y, tampoco debió permitirse la derivación de esos títulos una y otra vez (otra vez doble fallo). Lo que salía al mercado era pura mierda empaquetada en celofán de diseño.
Por otro lado, hay que comenzar a señalar con el dedo a los culpables. No basta con decir que la culpa es del mercado o del Estado. En uno y otro hay instituciones y al frente de ellas personas que son las que toman las decisiones y que, por tanto, son las que se equivocan. La transparencia no debería referirse sólo al proceso de formación de los precios, sino también a los procesos de producción de los bienes y servicios, así como a los procesos de regulación, Hoy contamos con más herramientas que nunca para un funcionamiento más transparente. Posiblemente el freno para su uso sea el miedo a perder el control (tanto en el ámbito político como en el público) y los problemas de desajuste de escalas (empresas multinacionales VS. gobiernos nacionales). O sea, que el problema va a ser, como bien decía A.S.P. hoy en la comida, de gobernanza.
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