La autoridad del insulto

Anyes Segura
Concejala del PSOE del Ayuntamiento de Almería
 
No hay más que leer un periódico para saber que frente a las propuestas de los partidos o personas progresistas no se enfrentan programas alternativos, ni se discute sobre políticas concretas, sino que la derecha más rabiosa sólo intenta deslegitimarlas con calumnias descabelladas y ataques salvajes a quienes las encarnan. Esta derecha rabiosa bloquea cualquier discusión seria e imposibilita llegar a un consenso sobre las mejores políticas relacionadas con cualquier área de gestión, y una vez más lo hemos comprobado, esta vez en nuestro ayuntamiento.

El pasado sábado 30 de octubre la edil María Vázquez, responsable del área de turismo del ayuntamiento de la capital, dedicó un articulito lleno de insultos y descalificaciones a un historiador que se había "atrevido" a poner en duda alguna de sus actuaciones.

La concejala, que habló sobre la "pesada labor" del "cronista apócrifo", sobre sus "vastos y bastos conocimientos", sobre la "sensación de envidia" que recorre a dicho señor, sobre su capacidad para "vivir instalado en el pasado más fúnebre" y su "triste afán de protagonismo cultural", no dudó ni un momento en solucionar los "misterios sin resolver" y los fantasmas que recorren su área subidos en la Faluca. Toda una dedicación pasmosa de culto al insulto, sólo porque el señor Antonio Sevillano se había atrevido a escribir un artículo sobre los bajos del edificio de las Mariposas.

¿Qué está pasando? ¿Por qué una persona, que supuestamente es la representante de la ciudadanía, que regenta un cargo institucional gracias a los ciudadanos, no tiene ningún reparo en cargar con insultos y descalificaciones personales contra uno de ellos? ¿Qué le pasa por la cabeza a un político o política para cargar las tintas contra alguien que, si bien puede o pudo estar significado políticamente, es un ciudadano?

La estrategia de algunos dirigentes del Partido Popular es clara: ante la falta de argumentos, enmarañan el debate con insultos y descalificaciones que no dejen transpirar un ápice de argumentación lógica y política. Y es que si no ofrecen argumentos, es que no los tienen.

Puede que dicha concejala popular se encuentre últimamente bastante nerviosa, y no por la posible supresión de su concejalía (ya se encargará "mamá" que así no sea) sino por su incapacidad de admitir que hay quien sabe tanto o más que ella. Un cargo público cuya única autoridad reside en el peso de su insulto es algo así como un dinosaurio aposentado en las puertas de una cueva, esperando que salga la gacela de turno para poder comer. Pobre dinosaurio si la gacela no sale….

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