Secretario de Política Municipal del PSOE de Almería
A la hora de la verdad, los defensores del patriotismo más rancio tienen problemas para dar la cara por su país. Quienes tanto han hecho por la muñeca vestida de gitana como ornamento doméstico tienen verdaderas dificultades para defender a España de los comentarios malintencionados sobre falta de estabilidad que pueden poner a nuestra economía en un serio problema.
El Gobierno español lleva toda la legislatura dando lo mejor de sí mismo para mejorar la economía de este país. La primera respuesta de Zapatero a la crisis fue intentar aliviar sus efectos más inmediatos sobre las economías domésticas. Para ello, reforzó su programa social y habilitó ayudas de urgencia para las familias. Sin embargo, también sabía que un país no se puede gobernar pensando sólo en el corto plazo, y enseguida puso las largas. España necesitaba reducir el déficit público, reformar su modelo productivo y conseguir un mercado laboral más estable, y a todo ello ha dedicado sus esfuerzos en los últimos tiempos.
Ahora, cuando la situación está encauzada, de nuevo las aguas se revuelven. Rumores malintencionados ponen en duda la robustez de nuestro sistema económico. En el momento en el que la inestabilidad toca a Irlanda, el Gobierno de España se defiende (nos defiende) y dice que somos un país responsable que cumple con sus obligaciones. Toda Europa sale en defensa de la estabilidad del euro y las economías de la UE; toda Europa… menos los dirigentes el PP.
En los momentos cruciales, a Rajoy siempre le entran las dudas y prefiere no pronunciarse. Para no admitir que el Gobierno de España ha hecho un buen trabajo, Rajoy se calla. Prefiere pecar de irresponsable y no apoyar a su país, a admitir que los socialistas han hecho un buen trabajo.
Y todo ello a pesar de que la política económica de España está siendo sistemáticamente respaldada por los principales dirigentes extranjeros. Desde el FMI, Caroline Atkinson dice que las reformas estructurales adoptadas por el Gobierno español permitirán hacer frente a cualquier amenaza de contagio. El presidente permanente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, reconocen "el esfuerzo y compromiso" del Gobierno español. Angela Merkel expresa su apoyo a las medidas adoptadas por Zapatero. Sarkozy mantiene su "confianza plena" en los esfuerzos de las autoridades españolas para consolidar su economía. Y Obama da "la bienvenida a las medidas osadas que Zapatero anunció para ayudar a resolver la situación económica de Europa y crear confianza en los mercados".
Mientras todo esto ocurre, Mariano Rajoy prefiere callar, porque aún tiene sus dudas.
El Gobierno español lleva toda la legislatura dando lo mejor de sí mismo para mejorar la economía de este país. La primera respuesta de Zapatero a la crisis fue intentar aliviar sus efectos más inmediatos sobre las economías domésticas. Para ello, reforzó su programa social y habilitó ayudas de urgencia para las familias. Sin embargo, también sabía que un país no se puede gobernar pensando sólo en el corto plazo, y enseguida puso las largas. España necesitaba reducir el déficit público, reformar su modelo productivo y conseguir un mercado laboral más estable, y a todo ello ha dedicado sus esfuerzos en los últimos tiempos.
Ahora, cuando la situación está encauzada, de nuevo las aguas se revuelven. Rumores malintencionados ponen en duda la robustez de nuestro sistema económico. En el momento en el que la inestabilidad toca a Irlanda, el Gobierno de España se defiende (nos defiende) y dice que somos un país responsable que cumple con sus obligaciones. Toda Europa sale en defensa de la estabilidad del euro y las economías de la UE; toda Europa… menos los dirigentes el PP.
En los momentos cruciales, a Rajoy siempre le entran las dudas y prefiere no pronunciarse. Para no admitir que el Gobierno de España ha hecho un buen trabajo, Rajoy se calla. Prefiere pecar de irresponsable y no apoyar a su país, a admitir que los socialistas han hecho un buen trabajo.
Y todo ello a pesar de que la política económica de España está siendo sistemáticamente respaldada por los principales dirigentes extranjeros. Desde el FMI, Caroline Atkinson dice que las reformas estructurales adoptadas por el Gobierno español permitirán hacer frente a cualquier amenaza de contagio. El presidente permanente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, reconocen "el esfuerzo y compromiso" del Gobierno español. Angela Merkel expresa su apoyo a las medidas adoptadas por Zapatero. Sarkozy mantiene su "confianza plena" en los esfuerzos de las autoridades españolas para consolidar su economía. Y Obama da "la bienvenida a las medidas osadas que Zapatero anunció para ayudar a resolver la situación económica de Europa y crear confianza en los mercados".
Mientras todo esto ocurre, Mariano Rajoy prefiere callar, porque aún tiene sus dudas.
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