No más lágrimas, no más víctimas

Javier Aureliano García
Secretario Provincial del Partido Popular

A lo largo de esta semana volvemos a conmemorar el Día Internacional contra la Violencia Hacia las Mujeres, una llamada de atención que repica sobre las conciencias de millones de personas que rechazamos un mundo en el que las mujeres, por el mero hecho de serlo, son violentadas y agredidas por hombres que desprecian su dignidad, sus derechos, sus cuerpos, e incluso sus vidas. La violencia de género es una agresión intolerable sobre la mujer, que es la fuerza generadora del cambio de la nueva sociedad en Almería, Andalucía y España, a partir de su liderazgo formativo y por el papel que históricamente le corresponde en la sociedad. El acceso de la mujer al mercado de trabajo y su presencia masiva en la universidad está provocando un profundo cambio social, generando nuevas relaciones sociales y un nuevo modo de cooperación y compromiso entre mujeres y hombres. La mujer es, por tanto, clave a la hora de abordar con éxito la solución de este problema.

Tanto como concejal del Ayuntamiento de Almería como por mi cargo orgánico dentro del Partido Popular, estoy convencido de que las administraciones tenemos la obligación moral y la enorme responsabilidad de liderar la lucha contra la violencia de género. Una lucha en la que deben acompañarnos, de modo unánime, todos los demás sectores de la sociedad. Se trata de una tarea en la que debemos emplear todos los medios a nuestro alcance: educativos, sociales, judiciales y policiales. Como cargo público, pero también como ciudadano, quiero insistir en que esta lacra debe combatirse, de modo coordinado en torno a tres grandes ejes: prevención, sensibilización y aumento de recursos. El objetivo final debe ser intervenir sobre las causas que originan la violencia para poder prevenirla y también sobre sus consecuencias con el fin de paliar sus efectos. Detrás de cada caso de violencia de género hay una biografía -la del dolor de una mujer- y una historia: la del fracaso de un modelo de sociedad. Las cifras están ahí y siguen pesando sobre la conciencia de cada uno de nosotros, sobre nuestra tranquilidad moral. Pero para avanzar en el camino correcto, creo que debemos empezar a dejar claras las cosas por su propia base: las mujeres sufren una discriminación distinta a la de los hombres. Las mujeres no solamente son discriminadas porque pertenecen a una raza o porque son de una religión determinada o porque pertenecen a un grupo económico determinado, sino también por el simple hecho de ser mujeres. Cada vez mayor número de mujeres sufren dificultades derivadas de la recesión  económica, lo cual se añade a su tradicional falta de acceso  a las oportunidades de desarrollo.

La erradicación de la violencia contra las mujeres debe ser un compromiso de la sociedad en su conjunto. No podemos permanecer impasibles ante la vulneración de derechos fundamentales tan importantes como la vida, la libertad, la dignidad y la integridad física y psicológica de las personas. Nadie puede quedarse de brazos cruzados. Quien lo haga, quien permanezca indolente o pasivo, debe saber que no sólo tiene un corazón de piedra sino que, además, está siendo un cobarde porque mira hacia otro lado cuando sabe que está sufriendo ante él una mujer por el hecho de ser una mujer. Mirar a la cara de la violencia de género supone no bajar los ojos ante la mirada de las víctimas. Mientras haya víctimas habrá violencia y eso significará que estamos fracasando en luchar contra ella. Por eso hay que ir mucho más allá de lo que se ha hecho hasta ahora, porque mientras haya una sola víctima de la violencia de género, no podremos decir que vivimos en ese modelo de sociedad libre y democrática en el que todos creemos. No es ésta una cuestión sobre la que debamos trasladar el debate político habitual en otros ámbitos. Debemos tener la serenidad y la firmeza suficientes para expresar, ahora y siempre, nuestro desprecio por un delito intolerable al que están sometidas en España muchas mujeres en sus relaciones de pareja, que constituye una flagrante violación de los Derechos Humanos que se reproduce generación tras generación. Todos podemos hacer algo por combatirlo. Por eso, desde el Partido Popular reclamamos que se hagan efectivas las anunciadas medidas de protección para todas las víctimas de los malos tratos y que se activen de una vez todos los mecanismos necesarios para evitar más muertes y asesinatos.

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