Que cejen los de la ceja

Jose Fernández
Periodista

Haciendo gala de un extraordinario valor y de un desprendido sentido de la ética, alguno de los actores, artistas y folcloristas asimilados que en los mejores momentos del zapaterismo se significaron por su cejijuntez progresista, han empezado a abandonar la nave de los sueños y a criticar agriamente al sedicente Gobierno por su pusilánime papel en la crisis del Sáhara. Este hecho, que en sí mismo retrata con trazo grueso el final de algo que se avecina como inevitable, ha provocado la pataleta de la apacentadora del colectivo, la ministra de subvenciones cinematogáficas, doña Angeles González-Sinde, que ha tenido el despilfarro gestual de solicitar a los artistas que no opinen del tema, “porque no son expertos”. Así, la titular de Cultura  ha pedido a los chicos y chicas de la ceja que cejen en sus protestas y que no jueguen el papel de opinar “y de contribuir a la confusión”. No me digan que la autora de la inolvidable cinta “Mentiras y gordas” no se ha hecho rápidamente con el papel de severa institutriz a la hora de reconvenir a sus pupilos. ¿Acaso no recuerda la ministra que no hace demasiado tiempo las opiniones de este conjunto de “no expertos” constituían buena parte del discurso geoestratégico del PSOE? No sé qué estará pasando para que unos entendidos en las relaciones entre el petróleo y la sangre en Irak, y que no mucho antes también habían acreditado su prestigio como ecologistas chapapoteros, deban privar a la sociedad española, precisamente ahora, de su contrastado criterio. Ya imagino a doña Angeles guarnecida en su ministerio: “pum, pum ¿quién es?” “Somos Ana y Victor Manuel.” “¿Cómo? ¡cierra la muralla!”

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