Reflexiones sobre la perfección de Dios

Luis J. Pasamar

Creo que todas las religiones monoteístas tienen como principio inequívoco la perfección de Dios. Cuando en alguna ocasión y haciendo gala de la inocencia de mi juventud, se me ocurrió plantearle a algún representante religioso –no solo católico- la aparente imperfección de permitir que haya gente que muere de hambre, mientras otros que tienen dinero para acabar con el hambre de África se dediquen a comprarse islas para apartarse de todo lo que les resulte incómodo y crearse auténticos paraísos privados, o que derrochen de forma obscena para que todos veamos el dinero que pueden tirar, bien, pues la sesuda respuesta era más o menos la misma: no podemos comprender los motivos de Dios, Alá, o El Innombrable, pues su perfección y sabiduría son infinitas, no pudiendo el hombre en su imperfección llegar a atisbar la estrategia de Dios, Alá, o El Innombrable.

Pero lo que sí podemos atisbar, y más aún, es la calidad de la gestión de quien en lugar de crear el máximo número de puestos de trabajo, con un dinero que no era suyo y que se lo dieron con la condición de crear el máximo número de puestos de trabajo, precisamente. Eso no es algo que venga de ahora, la oposición lo criticaba desde que se aprobaron los primero proyectos del “Plan E” en Almería.

Otra cosa que podemos comprobar con suma facilidad y sin ningún alarde de inteligencia ni tortuosa investigación es que, al menos yo, no sé nada de esa oficina virtual por la que podríamos resolver todas las cuestiones burocráticas, y créanme que paso horas en internet, las citas con el médico las pedimos por la web “Salud Responde” de la Junta. Tras años de intentos infructuosos, ya ni miro si se ofrece información de los plenos. Eso sí, en las paradas del autobús te avisan del próximo que va a pasar, y una curiosidad, me enteré de que Almería era algo así como “Ciudad de Fuentes”, claro que la de la Puerta Purchena es más que cuestionable tras años de abandono, y otras ni siquiera funcionan, pero esto es otra cuestión.

Es verdad que el hombre es imperfecto, pero cuando a preguntas sobre su gestión se responde con baladronadas y afirmaciones para-filosóficas tipo “sólo Dios es perfecto”, vamos teniendo indicios de quién puede dedicarse a rezar y quién puede dedicarse a gestionar.

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