Crisis de oposición

Javier Salvador
Director de Teleprensa

Es algo que está ocurriendo en todos los países de la UE, bueno, en casi todos porque España es cascarilla en este sentido. Los partidos en la oposición se encuentran entre la espada y la pared. Les gustaría machacar a sus equipos de gobierno, pero no pueden oponerse a normas que ellos mismos tendrían que aprobar. Quizás el hecho de que esos políticos vivan en democracias más longevas y tengan una mayor tradición en la formación de sus políticos, influya enormemente en este aspecto, pero lo cierto es que está sucediendo, hasta en Italia, donde Berlusconi se desayuna con sus escándalos particulares, almuerza con rebeliones populares en las calles y cena con una crisis de gobierno, la oposición ha tirado de sentido de Estado.

En Alemania, por ejemplo, los opositores de Merkel son los que están recordando que hay medidas impopulares que se deben tomar para no desviarse del cauce marcado por la Unión Europea. La canciller alemana, que está en sus horas bajas, trata de salvar su pésima imagen en el país que la votó, sacando el orgullo ario y dejando entender que su fortaleza industrial no tiene que salvar al Euro ni a nadie, tomando unos tintes diferenciadores que, a demás de peligrosos, parecen sobrepasar la línea del populismo.

En Francia la cosa está por el estilo, con huelgas un día sí y otro también. Lo de Grecia e Irlanda, mejor ni lo contamos, y en España, ¿qué ocurre aquí?

Si tiramos de hemeroteca vemos que la popularidad de algunos líderes que debían crecer durante la crisis, los de la oposición, han caído tanto o más que el propio Zapatero, pero la calle, que es sabia y soberana, empieza a impregnarse de esa sensación de que “éstos son malos, ¿pero crees que los otros lo harán mejor?”

Y ya no se trata de capacidades, sino de expectativas. En la calle ha calado el mensaje de que la oposición en España tiene como único objetivo que las cosas empeoren. Es más, hay parados que ya no ven al PP como una alternativa al gobierno para que les dé trabajo, sino como el partido que está poniendo obstáculos para que lo encuentre ahora y que le quitará los subsidios y ayudas familiares cuando llegue al poder.

Esa sensación se extiende como un virus maligno, pero no se trata de que le genere apoyos al PSOE, sino de algo más peligroso, es decir, rechazo al PP.

Independientemente de su cero en aporte de ideas o soluciones y de que sólo sean capaces de pactar la renovación del Tribunal Constitucional, algo que imagino importantísimo para el PIB en estos momentos, existe la sensación de que se trata de un partido de cristal y no de acero bilbaíno.

Es decir, algo frágil y poco consistente, y que los cada vez más numerosos casos de corrupción que le salen en todos los ámbitos mermarán sus posibilidades electorales en el último momento.

Para que tengan una idea más clara, fíjense en los tres importantes asuntos que nos ha dejado el PP en esta semana almeriense. Uno es la defensa de un alcalde al que le piden dos años de cárcel, dieciocho de inhabilitación -José Fernández, alcalde de Sorbas-, otro que una alcaldesa investigada por los contratos a la empresa de su marido que se queja de que en una radio de un instituto la critican -Mari Carmen Crespo, alcaldesa de Adra-, y que Javier Arenas, no olvidemos que es parlamentario por Almería, ha perdido una querella contra Luis Pizarro (PSOE), porque una sentencia dice claramente que no, que decirle al señorito del PP andaluz eso de que utiliza el mismo lenguaje que los matones de discoteca, no es delito ni en el momento ni en el contexto que se le dijo.

Así que ahí lo ven, la oposición está entre defenderse por los casos de corrupción, denunciando a todo aquel que se mete con ellos, pero de la crisis nada.

Saben lo más gracioso de todo, que en todas partes empieza a surgir un sentimiento de afinidad hacia fuerzas políticas como CIU o PNV, a los que ven ahora mismo con más sentido de Estado que al PP. Igual una franquicia de CIU en Andalucía venía bien, un verdadero partido nacionalista, con sentido de Estado, pero nacionalista. Y no, el PA no está en ese perfil.
(Publicado en teleprensa.es)

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