Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista, Asociación de Escritores de Cine de Andalucía)
Otro año más la creatividad del cine en todas sus dimensiones ha residido durante unos días en Almería gracias al IX Festival ‘Almería en Corto’. Y tras su conclusión resurgen dudas, interrogantes y, sobre todo, algún que otro dilema sobre el acierto o desacierto de los premios, sobre los planteamientos narrativos en imágenes que se transmite desde cada realización. Y de ahí la oportunidad para el permanente debate que rodea siempre a la cuestión cinematográfica, en el cine español yen el que viene de otros países. Ha terminado el festival, pues, y aquí me tienen lleno de dudas sobre la realidad del cine que nos han colocado en el escaparate. Una revelación ha sido el documental “El tiempo al tiempo” de José Carlos Castaño, premio al mejor vídeo almeriense, por la grandiosidad del personaje, un viejo relojero de Suflí, y la manera de contar la vida en torno al tiempo mecánico de los relojes. Un prometedor soplo de aire fresco.
El interrogante que se mantiene año tras año es el de si se debería, o no (hay criterios encontrados) diferenciar géneros a la hora de los premios: cine de animación, documentales, historias de ficción, etc. Es un debate sin cerrar. Personalmente pienso que, por ejemplo, un documental no debe competir con una historia de ficción o con una historia de animación. Los opositores a este planteamiento señalan que el lenguaje del cine es el mismo. Yo pienso en otra dirección. Si hubiera habido esta separación en el caso del IX Festival, no surgiría ninguna duda a la hora de dar dos primeros premios al documental “El pabellón alemán” de Juan Millares (España) y a “Ana’s playground” (“El recreo de Ana”) de Eric D. Howell (Estados Unidos), que en este festival ha recibido el premio a la mejor fotografía (David Doyle). “Ana´s playground” está avalada por importantes premios en festivales de Estados Unidos e Italia. En mi opinión, por supuesto, es la mejor película de ‘Almería en Corto’ de este año.
“El Pabellón alemán”, que ha obtenido el primer premio al mejor cortometraje (tiene a Mercedes Sampietro, premio ‘Almería, Tierra de Cine’ en este festival, de productora asociada), viene avalado por premios ‘al mejor documental’ en otros festivales. Su director, Juan Millares tiene una trayectoria importante en el mundo de los cortometrajes. Su condición de cineasta y arquitecto le sitúa en la mejor posición para abordar la historia de “El pabellón alemán” basada en la obra del histórico arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe (Aquisgrán, Alemania, 1886-Chicago, Estados Unidos, 1969). La película parte de viejas fotografías de la inauguración del pabellón en la Expo de Barcelona de 1929, un proyecto clave en el modernismo arquitectónico convertido en leyenda. El pabellón alemán fue desmontado tras la Expo , hasta que en los años ochenta, a propuesta del arquitecto Oriol Bohigas, se hizo la reconstrucción en el mismo lugar.
Juan Millares construye un simbolismo con las imágenes de personajes en la inauguración de 1929: el rey Alfonso XIII, el dictador Primo de Rivera y el embajador alemán, que el tiempo conduciría al nazismo. Juan Millares, narrador en textos en la pantalla (creo que habría sido mejor la voz del cineasta en off), sitúa el misterio en las imágenes antiguas y modernas del pabellón, en busca de las huellas de un crimen que le conduce a la persecución de lo histórico. Y de ahí desarrolla una intriga. La cámara recorre las imágenes fotográficas y conduce al espectador por el proyecto antiguo y el recuperado hacia el tiempo de la historia para enlazar con la dictadura de Franco y el atisbo de ‘la memoria histórica’. Lo que no dice el documental es que en 1929 en Alemania estaba la República de Weimar, nada que ver con el nazismo. El cineasta construye una historia partiendo del final programado desde el principio. Eso puede suscitar dudas sobre la honestidad intelectual del cineasta, una cuestión compleja para debatir ahora. Eso sí, el documental se inserta en la regla elemental del cine: el poder de la imagen, las distintas miradas sobre una puesta en escena construida magistralmente, sin apenas medios, en el terreno de una narrativa experimental, pero con un virtuosismo frío, en torno a fotografías antiguas principalmente que concluye con el rostro añejo de una escultura superviviente. Todo eso hace de “El pabellón alemán” un extraordinario documental.
Pero sobre “El pabellón alemán” hay otro dilema. Ha recibido también el premio concedido por Amnistía Internacional de Almería a un corto sobre los derechos humanos. Personalmente creo que, aunque las sombras del nazismo, de la dictadura, de la guerra civil española planeen sobre el cortometraje de Juan Millares, no puede calificarse de una historia que gire en torno a los derechos humanos.
Creo que se han proyectado cortometrajes más apropiados. Por ejemplo, “El método Julio”, documental del cineasta vasco Jon Garaño. Este documental narra el trabajo de una maestra vasca en Petares, un barrio marginal de Caracas, donde la violencia, la pobreza y la muerte es el presente sin futuro. La maestra ha inventado un método de enseñar a leer que denomina ‘Julio’, porque así se llama en quien lo aplicó, un niño desechado para la enseñanza por problemas cerebrales. La maestra obró el milagro que se convirtió en esperanza en el barrio, en una lucha contra corriente. Es una realidad social contada con un naturalismo en imágenes que conmueve, con declaraciones frontales, ante el espectador, de la maestra, de los niños, de madres, en un entorno marginal en el que esta maestra trabaja sin rendirse, porque dice que su vocación la lleva a estar con los que necesitan ayuda, a enseñar en el mundo de los pobres. Y este documental vivo, auténtico, real, duro, testimonial, ha pasado sin ninguna mención expresa en el IX Festival de ‘Almería en Corto’. Lamentable.
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