Luis Cortés
Catedrático de Filología de la UAL
Hace unos meses formé parte de un tribunal de Tesis doctoral en
Al analizar los términos empleados por los líderes de la izquierda y de la derecha para referirse al nombre de la nación y de sus ciudadanos, nos encontramos con algunas sorpresas: por ejemplo, que el término España fuera más empleado por la izquierda que por la derecha; esta última opción política, tradicionalmente, ha reprochado a sus oponentes de izquierdas que soslayen el nombre del país, España, y que empleen otros términos sinonímicos para sustituirlo: «en este país», «territorio» o incluso «nación»; en dichos debates, el Partido Socialista utilizó el término España en 811 ocasiones, en tanto que la derecha 702 veces. Sorpresa fue también para nosotros -en virtud del ideario de ambos partidos- que no hubiera diferencia en el uso del término patria; evitado por ambas ideologías, únicamente fue empleado, en el total de los debates analizados, en una única ocasión tanto por la derecha como por la izquierda.
No es extraño, sin embargo, que la izquierda haya empleado bastante más el término país (en 519 ocasiones) que la derecha (en 341); lo que no sabíamos es que la progresión en este uso se debía a la preferencia personal de Rodríguez Zapatero, ya que en la época de Felipe González su manejo no fue tan frecuente. Tampoco resulta chocante que, a la hora de referirse a los habitantes, la derecha opte, principalmente, por españoles en tanto que la izquierda por ciudadanos. A lo largo del estudio se analizan otras cuestiones pragmáticas, como por ejemplo que los representantes del Gobierno, en su afán de difuminar las responsabilidades de los agentes políticos, empleen más las construcciones impersonales y la pasiva, o que en los líderes de los partidos gobernantes se observe una mayor tendencia al yo, al personalismo, con el objeto de atribuir a su liderazgo los grandes logros de gestión; contrariamente, en la oposición es más frecuente el nosotros o los españoles.
En el capítulo en que nuestro ya Doctor se ocupa de los mecanismos sutiles empleado por los políticos a la hora de manifestar suave y decorosamente aquellas ideas cuya recta y franca expresión sería dura de aceptar, se habla del llamado eufemismo político. Este suele ser mucho más empleado por el Gobierno que por la oposición y aflora en cualquier debate, máxime en los debates parlamentarios de gran tensión, como el que tuvo lugar en julio de 2008 -debate en que se trató sobre la crisis económica-; es obvio que esta fue minimizada por el Gobierno socialista, y se constituyó en llamativa prueba de ello el empleo por parte de Rodríguez Zapatero de catorce eufemismos diferentes -en el mismo debate-. Como queda recogido en el Diario de Sesiones, el líder socialista evitó el término crisis y lo sustituyó por los siguientes sintagmas: “situación ciertamente difícil y complicada”, “condiciones adversas” “una coyuntura económica claramente adversa», “brusca desaceleración”, «deterioro del contexto económico”, “ajuste”, “empeoramiento”, «escenario de crecimiento debilitado”, «período de serias dificultades”, “debilidad del crecimiento económico”, “difícil momento coyuntural”, “empobrecimiento del conjunto de la sociedad”, “gravedad de la situación” y “las cosas van claramente menos bien”. ¡Espléndido estuvo, lingüísticamente hablando, el Presidente! ¡Qué manera de agrandar y engrandecer la lengua española! Todo tiene su otro lado.
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