Antonio Sevillano
Exconcejal de Almería
Han salido en tromba, como en aquel "a mí el pelotón, Sabino, que los arrollo". Era previsible la reacción de apesebrados y parásitos en la órbita del PP a la espera de su inclusión en futuras listas electorales. Sin demora. Al día siguiente de la crítica de Anyes Segura -portaestandarte en el coloquial (que no popular) Día del Pendón- al obispo de la diócesis tras la homilía pronunciada durante la misa en la catedral en recuerdo de la lejana "Toma" de la Ciudad.
La campaña de desprestigio viene de lejos. En la derecha más iletrada hay quienes no perdonan la progresión de la joven socialista, concejalía incluida. Le acusan -con mala baba- de pronunciarse libre e independiente pese al cargo del orador. ¿Si con veintitantos años no planta cara al sectarismo lo va a dejar para la vejez? En cualquier caso, es suficientemente lista -de Pescadería, vamos- como para hacer oídos sordos y no replicar a las insidias de los envidiosos a sueldo.
Yo tampoco voy a contestarle a esos indocumentados que no han ido más allá del "Almería piedra a piedra" -si es que lo han leído- y que con ignorancia supina escriben de tradición, capitalidad (¡qué tendrá que ver el culo con las témporas!) o de conmemoraciones ininterrumpidas desde hace cinco siglos. Hombre, interrumpir, interrumpir… Que se sepa no se celebró procesión cívico-militar-eclesiástica alguna en 1522, 1546, 1804, 1810-1812, Trienio Liberal, Sexenio Democrático, Primera República, parte de la Segunda y durante la Guerra incivil.
Sin embargo no son las fechas o cuestiones de protocolo lo realmente importante. Lo preocupante es -pese a las prebendas y trato de favor que recibe- la actitud de la Iglesia oficial y su campaña sistemática y orquestada de acoso y derribo de importantes leyes aprobadas en el Congreso y Senado por iniciativa de un Gobierno socialista; desautorizando la magistratura que la Constitución asigna al Poder Legislativo.
La Iglesia, al igual que los sexadores de pollos o los informáticos, tiene perfecto derecho a proclamar sus ideario entre sus feligreses. Faltaría más. Pero es una indecencia (no decencia, véase el DRAE) aprovecharse de situaciones como las del domingo en que por razones de protocolo acuden al templo personas de distinta ideología. Si al comienzo de la transición las piezas oratorias eran respetuosas, con los años han desembocado en una provocación continua desde el púlpito al Estado de Derecho.
¿Qué relación guarda con la Toma de Almería en 1489, pregunto, las leyes civiles que regulan temas como la familia, el divorcio, el aborto o la unión de parejas del mismo sexo? Ahí está la explicación a la ausencia del Grupo Socialista en el ritual religioso. Yo tampoco entro a la catedral.
(Publicado en Diario de Almería)
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