La agricultura clama andalucismo

Pedro Ruiz
Secretario Provincial del PA

Decía Blas Infante que “España es el amo que Europa puso a Andalucía”, y que la cuestión andaluza era la tierra, su propiedad y su productividad. Por eso, cuando la Unión Europea cierra un tratado con Marruecos, que es la puntilla a la agricultura almeriense en particular y andaluza en general, descubrimos que, una vez más, Andalucía no pinta nada en el concierto español y mucho menos en el europeo, y que aquellas verdades son hoy igual de sangrantes.

Almería, que es una provincia eminentemente agrícola, es la que está sufriendo de un modo más duro y descarnado ese desprecio con el que nos trata, desde siempre, esa España que hoy representan el PP y el PSOE. Ambos nos han vendido una y otra vez en Bruselas. Porque los a ndaluces del PP y del PSOE jamás defienden más intereses que los de sus propios partidos políticos; y siempre anteponen su cortoplacismo electoralista y los intereses de “España”, a las necesidades andaluzas, por urgentes y perentorias que estas sean.

La agricultura de Almería lleva mucho tiempo recibiendo golpes, pero el agricultor es por naturaleza una persona sacrificada, siempre esperanzada y acostumbrada a esperar, a adaptarse a la circunstancias. Los socialistas incluso han llegado a darle la vuelta a un hecho que era motivo de orgullo en esta provincia: tenía la agricultura menos subvencionada. Al final, y como el objetivo es el control político incluso de este sector, pues en vez de ayudarles a ser más productivos y competitivos, el dinero público se ha ido derrochando en experimentos, como la etérea Interprofesional, que parece haberse diluido tras digerir unos cuantos millones de euros públicos y privados.

Se ha hecho que la agricultura almeriense suba sus costes de un modo importantísimo, por exigencias de calidad e incluso las exigencias éticas de los mercados europeos, para luego acabar firmando un Tratado, en el que Marruecos podrá meter en Europa todo el producto que quiera, al precio que quiera y sin condiciones de calidad, ni de ética laboral.

En los últimos años hemos visto cómo muchos trabajadores agrícolas han sido despedidos y sustituidos por la mujer; sustituidos por los hijos de los pequeños agricultores y por cualquiera que quiera echar una mano sin pedir un sueldo, ni suponga cotizar a la Seguridad Social. Y eso para poder pagar los créditos y poder comer, en lo que resulta ser un claro paso atrás de nuestra agricultura, y no sólo desde el punto de vista económico, sino también social. Y es que los intereses de los agricultores almerienses han sido traicionados. Y los traidores son siempre los mismos. Basta algo tan simple como comprobar que la ministra de Agricultura, a sueldo del PSOE, ve perfecto el Tratado con la UE ahora, y cuando era alcaldesa por Izquierda Unida lo veía mal. También vemos que el PP dice que votarían en contra del tratado en Bruselas; y no hacen más que un paripé, ya que los Populares Europeos tienen mayoría, y si ellos quisieran, hubieran impedido su aprobación.

El Partido Andalucista cuenta con voz en Europa, por medio de los otros grupos nacionalistas del Estado español, con quienes concurrimos en coalición a las europeas, y estamos intentando llevar la voz de Andalucía a Europa, la voz de una Andalucía defraudada.

El campo almeriense clama andalucismo, porque el andalucismo es la respuesta. La agricultura almeriense no puede ser la “pagana” de la fiesta que Europa y España le quieren montar a Mohamed VI: el que se quiere quedar con Ceuta, Melilla y Canarias, el que apalea saharauis, el que no se enteró de que se preparaba una atentado contra la Casa de España en Casablanca, el que mira para otro lado mientras su súbditos se ahogan en el Estrecho buscando una vida mejor en Europa.

Los agricultores almerienses tienen que saber que sólo el andalucismo es la respuesta, porque el andalucismo no es otra cosa que defender y garantizar, que nosotros, tenemos la última palabra en todo lo que nos afecta.

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