Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista
En la literatura, donde la ficción marca los cursos de la realidad, caben todas las direcciones. No hay reglas ni sistemas. Basta un esquema, la razón cercana a la síntesis, para desvelar acontecimientos, personajes, hechos, ideas. La intuición es la principal acometida del autor que impone desde sugerencias los retos al lector. Juan Manuel Gil (Almería, 1979) establece una propuesta narrativa desde ‘ventanas’ literarias hacia un mundo cercado por diferentes realidades, como fórmula de acercamiento. Invita al lector a asomarse y observar. Es el gesto del escritor en torno a su libro ‘Inopia’ (Colección Troquel, nº 8, El Gaviero Ediciones, 2008). Con prólogo de Enrique Vila-Matas (“Soy el bibliotecario un tanto maníaco que usted encontrará en las páginas de este libro”); con imagen de Ramón David Morales, donde todas las direcciones son posibles, resquebrajadas, sin orientación definida, salvo el infinito; y citas literarias de Malcom Lowry, Aldoux Huxley y Enrique Vila-Matas, el autor aporta un sugestivo lenguaje narrativo en un libro donde los conceptos imponen la estructura narrativa. El mismo título, ‘Inopia’ (indigencia, pobreza escasez), es la principal sugerencia para interpretar el laberinto camuflado en el texto.
Juan Manuel Gil ha escrito una novela ‘breve’, preludio de sus aptitudes para lo ‘grande’, para el discurso literario de la narración, tras demostrar su capacidad de tejer historias con el lenguaje. El libro está ordenado en tres partes (‘Extinción’, ‘Inopia’ y ‘Euforia’). La primera parte ofrece tres retratos de la abstracción. La palabra es el elemento transmisor de ideas, éstas reflejan su propia independencia. El lenguaje es altivo, sugerente y configura su propia brillantez. Independiente.
La segunda parte, eje central, es el territorio de los personajes, con un planteamiento de vidas paralelas. Es un mundo de ‘ventanas’, desde la creatividad del autor, que invita al lector a asomarse, con distintas realidades que nunca llegan a cruzarse, aunque siempre queda en el aire la posibilidad de tal acontecimiento. Los personajes se mueven entre la referencia literaria, donde los libros, como conceptos, son elementos vitales. De nuevo surge la abstracción literaria para configurar una atmósfera precisa. Libros y paisajes literarios definen los momentos, en los que la captación de la realidad, su influencia, vive como elemento clave de la ficción.
La intriga se convierte en una obsesión lectora que comparte momentos destacados, con extractos sublimes de lo cotidiano. En ello, Juan Manuel Gil no sólo es capaz de insinuar las escenas, los momentos, con gran brillantez, sino que lo hace desde una visión arquitectónica de la narrativa. A eso ayuda el sentido críptico de las escenas.
Y este planteamiento es una original propuesta de pequeños territorios que se reencuentran. De Cien a Cero. Lo que permite hacer una relectura en sentido contrario, si así lo decide el lector, con capacidad para desarrollar una personal visión de imágenes. De Cero a Cien. Regreso al presente.
‘Inopia’ tiene también su cerco, entre la ‘extinción’ y la ‘euforia’, con distintos recorridos posibles, que conducen al momento final: ‘el rastro’.
El autor despliega sus miradas y ‘ventanas’ desde una reducción máxima de la síntesis. La idea-concepto se reduce al mínimo, esencia literaria en ‘Inopia’, es su propia razón que se mueve lentamente. En estas circunstancias, el lector es libre de imaginar la historia argumental, los hechos cotidianos diversos, desde la atenta mirada del escritor. Sin necesidad de llegar a alguna parte. Sin principio, ni fin.
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