José Luis Sánchez Teruel
Secretario de Infraestructuras del PSOE de Andalucía
El comportamiento de los mercados financieros a lo largo de estos años y la decisión de no ir a trabajar que hace una semana tomaron los controladores aéreos, perjudicando a cientos de miles de personas, tienen en común una actitud preocupante ante la vida, que consiste en dar prioridad a los intereses individuales más allá del sentido común o del respeto a los demás.
Respeto en su raíz latina significa mirar alrededor para observar y darnos cuenta de que no estamos solos. No mirar alrededor se puede decir que es un virus que amenaza a la sociedad del siglo XXI; un virus que ha sido empleado por los grandes fondos de capital, que han actuado y continúan actuando sin compromiso social alguno, con la más absoluta indiferencia hacia las consecuencias sociales de sus actos. Ésa ha sido también la actitud de los controladores, de falta de respeto a la ciudadanía.
Los desempleados, los ingresos de las familias, la liquidez de las pequeñas y medianas empresas ¿son una preocupación para los grandes fondos de inversión?; y la satisfacción de la necesidad de viajar de las personas o la actividad que podía generar el puente de la constitución para el sector turístico ¿han sido una preocupación para los controladores?
Es lógico y normal que los movimientos de los grandes capitales busquen el beneficio, pero eso no es incompatible con la exigencia de un compromiso social, de un uso socialmente responsable del poder económico que dan los grandes fondos de inversión, más teniendo en cuenta que sus decisiones afectan, y de qué manera, a las personas por encima de todo. Como ha afectado la decisión de los controladores de no ir a trabajar. La vida en sociedad obliga a vivirla mirando a los que tienes alrededor y, si no lo haces, debe haber consecuencias.
¿Podemos hacer algo para que el compromiso con la sociedad nunca falte? Sinceramente creo que sí: buscar y poner en valor, ahora más que nunca, todo aquello que nos une -como son los ideales de igualdad de oportunidades o de justicia social, los consensos alcanzados en la constitución, en los estatutos de autonomía o en el ámbito internacional y los valores que queremos ver presentes en todo comportamiento en sociedad, sea económico o político- y rechazar todo aquello que nos separe, al menos en estos temas, porque la división es el caldo de cultivo para que el virus del individualismo termine machacándolo todo.
Solamente desde la unidad, los objetivos compartidos y la solidaridad conseguiremos impedir comportamientos que no se justifican socialmente. Para lograrlo es fundamental la actitud decidida, firme y comprometida de cada uno de nosotros; una actitud en la que pese más lo que nos une que los reproches que podamos hacernos.
Respeto en su raíz latina significa mirar alrededor para observar y darnos cuenta de que no estamos solos. No mirar alrededor se puede decir que es un virus que amenaza a la sociedad del siglo XXI; un virus que ha sido empleado por los grandes fondos de capital, que han actuado y continúan actuando sin compromiso social alguno, con la más absoluta indiferencia hacia las consecuencias sociales de sus actos. Ésa ha sido también la actitud de los controladores, de falta de respeto a la ciudadanía.
Los desempleados, los ingresos de las familias, la liquidez de las pequeñas y medianas empresas ¿son una preocupación para los grandes fondos de inversión?; y la satisfacción de la necesidad de viajar de las personas o la actividad que podía generar el puente de la constitución para el sector turístico ¿han sido una preocupación para los controladores?
Es lógico y normal que los movimientos de los grandes capitales busquen el beneficio, pero eso no es incompatible con la exigencia de un compromiso social, de un uso socialmente responsable del poder económico que dan los grandes fondos de inversión, más teniendo en cuenta que sus decisiones afectan, y de qué manera, a las personas por encima de todo. Como ha afectado la decisión de los controladores de no ir a trabajar. La vida en sociedad obliga a vivirla mirando a los que tienes alrededor y, si no lo haces, debe haber consecuencias.
¿Podemos hacer algo para que el compromiso con la sociedad nunca falte? Sinceramente creo que sí: buscar y poner en valor, ahora más que nunca, todo aquello que nos une -como son los ideales de igualdad de oportunidades o de justicia social, los consensos alcanzados en la constitución, en los estatutos de autonomía o en el ámbito internacional y los valores que queremos ver presentes en todo comportamiento en sociedad, sea económico o político- y rechazar todo aquello que nos separe, al menos en estos temas, porque la división es el caldo de cultivo para que el virus del individualismo termine machacándolo todo.
Solamente desde la unidad, los objetivos compartidos y la solidaridad conseguiremos impedir comportamientos que no se justifican socialmente. Para lograrlo es fundamental la actitud decidida, firme y comprometida de cada uno de nosotros; una actitud en la que pese más lo que nos une que los reproches que podamos hacernos.
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