José Fernández
Periodista
Uno, que cada vez cree en menos cosas, jamás ha sentido especial predilección por el juego interpretativo que ofrecen las encuestas que periódicamente aparecen en los medios. Sin embargo, no puedo dejar de ceder a la tentación de comentar la reciente estadística que publica en su portada La Voz de Almería: “El 75% de los almerienses no aprueba a Zapatero”. O lo que es lo mismo: sólo uno de cada cuatro almerienses está contento con el actual presidente del Gobierno. He de admitir que siento una profunda admiración por ese reducido cogollito de inasequibles al desaliento porque, descontando los cargos públicos y sus entornos, seguro que quedan almerienses que al pensar en Zapatero sienten que se les esponja el corazón y que su ánimo se eleva hasta configurar una conjunción planetaria de progreso y buen rollo. Bueno, pues a esos almerienses quisiera dirigirme con la brevedad que aconseja este espacio. ¿Qué os pasa, bonicos míos? ¿No os parece que ya está bien de experimentos?
Como yo me encuentro entre el grupo de los desaprobadores, me gustaría que un aprobador pudiera explicarme qué sensaciones de identificación y respaldo ha experimentado al ver a su estimado presidente reapareciendo fugazmente para hacer humorismos sobre su intención de presentarse o no a las próximas elecciones: “Eso sólo lo saben Sonsoles y otro afiliado del PSOE.” Con un país en estado oficial de alarma, con cinco millones de parados, con los comedores sociales a reventar, con la economía en el punto de mira de medio mundo y con unas perspectivas penosas para los próximos meses, va el señor Zapatero y nos obsequia con su retrechería. Hace falta valor.
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