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Otra lectura de las elecciones catalanas

Francisco Giménez Alemán
Periodista

De las dos grandes comunidades autónomas que aportan mayor número de diputados a las Cortes en elecciones generales, una de ellas, Cataluña, acaba de darle un serio disgusto al Presidente Zapatero, el rebajar su previsión de escaños en el Congreso de continuar así la intención de voto. La otra gran bolsa de diputados está en Andalucía, por lo que si ésta le fallase también al PSOE podría decirse, sin la menor concesión al error, que los socialistas podrían sufrir en 2012 un desastre solo parecido en magnitud al del Real Madrid en el Camp Nou.

En materia de sociología y estudios demoscópicos parecen valer por igual las más variadas opiniones. Cada quien interpreta las encuestas fijándose en aquellos puntos que acaso remotamente pueden favorecer su opción. Pero el rodaje democrático nos ha hecho entender que los sondeos constituyen, en el mejor de los casos, una aproximación relativa y que el resultado de las urnas es el que finalmente impone su ley.

Es lo que hemos podido apreciar el domingo en las elecciones catalanas. Ninguna encuesta había situado al PSOE en el peor resultado de su historia (28 diputados) ni tampoco le había augurado al PP (18 escaños) el mejor desde que se celebran autonómicas. Miles de ciudadanos que habían confesado votar socialista o mintieron al encuestador o sencillamente se quedaron en casa. Otros muchos miles que no reconocieron votar al PP lo hicieron el día 28, y de ahí el excelente resultado de la lista que encabezaba Alicia Sánchez Camacho.

Es aventurado pronosticar si en Andalucía sucede lo mismo. Es decir, que el PSOE pudiera tener aun menos intención de voto de la que se refleja en los sondeos, y que el PP estuviese por encima de su registro, por aquello de que mucha gente no suele confesar su adscripción a la derecha. En cualquier caso, las elecciones en Cataluña han evidenciado la extrema debilidad de los socialistas. Bien es verdad que ganada a pulso por su protagonismo en un tripartito sin pies ni cabeza y por el contagio de sus pares en el Gobierno de España.
Hay opiniones para todos los gustos y sensibilidades. Incluso las más sensatas y moderadas empiezan a decir que con este panorama será un calvario para Zapatero llegar hasta la primavera del 12. Y quienes aseguran que la convocatoria de elecciones anticipadas se impondrá por la fuerza de la gravedad (la caída del Gobierno) en los próximos meses. La eventualidad de disolución de las Cortes Generales ha pasado de ser una especulación del entorno de Rajoy a una posibilidad cierta que barajan los estrategas de los aparatos de los partidos.

En ningún país de nuestro entorno las legislaturas se agotan en circunstancias semejantes a las que padece ahora España. El recurso constitucional ya lo utilizó Felipe González. No es explicable que Zapatero intente llegar a 2012, con el país desangrándose económicamente, sin consultar mediante elecciones generales. A no ser que tenga miedo de que el mistral catalán se lo lleve a él por delante.
(Publicado en El Correo de Andalucía)

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