Miguel Ángel Montero Valero
En estos días de fiesta que se aproxima y allá donde uno se lo pueda permitir, habrá jamón en cada mesa. Si ese jamón procede de Serón, o de cualquier localidad andaluza, aun me alegraré más, pues ayudamos con ello a mantener puestos de trabajo. Qué hay mejor como entremés que un buen queso y jamón bien cortado, regados con un buen vino de nuestra tierra.
Existe toda una cultura del jamón, así como existe la cultura del vino en nuestro país. En los últimos años, este manjar se está exportando a otros países, con lo que se convertirá en algo cotidiano, algún día, no solo en las mesas españolas, sino en cualquier mesa de todo el mundo.
Claro está que a todo el mundo no le viene bien comer este exquisito producto cárnico. En la cultura musulmana está totalmente prohibido su consumo. Ellos se lo pierden, aunque hay que saber respetar a los demás y entender su postura. Eso sí, no esperemos lo mismo del prójimo, si no que se lo pregunten a ese profesor de secundaria de La Línea de la Concepción en Cádiz. Dicho profesor parece conocer bien las propiedades culinarias del jamón, aunque posiblemente no conocía del todo bien la radicalidad de algunas personas. Este maestro de Geografía tuvo a bien comentar las propiedades del clima que tienen algunos pueblos de nuestra región, y cómo dicho clima puede influir en la curación del jamón. Lo que no imaginaba este docente era que una familia musulmana lo denunciaría por hacer “apología del jamón” en su clase de Geografía. Según el alumno afectado, el maestro hacía una clara ofensa a su religión al hablar de dicho producto “prohibido”en clase.
Primero quitamos los crucifijos de los colegios, hay voces que hablan ya de no celebrar la Navidad en nuestros centros de enseñanza. Quizás llegue el día en que no podamos comer jamón, porque sería ofender a aquellos cuya religión prohíbe su consumo. Podemos quitar un crucifijo y, sin embargo, se pueda llevar un símbolo religioso como es el velo musulmán o que un profesor no pueda hablar de jamón en clase. Estamos llegando al punto que roza ya lo absurdo, por conseguir la libertad religiosa estamos, precisamente, consiguiendo lo opuesto, ser cada día menos libres.
Nuestra sociedad moderna está basada en el respeto mutuo, pero de ahí a usar nuestras propias leyes para acabar con nuestra cultura, me parece una aberración que en nada ayuda a la integración del inmigrante en nuestra sociedad. Es más, me parece todo lo contrario, pues es el inmigrante el que debe adaptarse a la sociedad y cultura del país de acogida, y no al revés como se empeñan algunos... Si yo, como español y ciudadano respeto las leyes, respeto a los inmigrantes y a su cultura, exijo lo mismo por parte de dichas personas. Si no saben adaptarse a nuestra cultura e integrarse como ciudadanos de pleno derecho en nuestra sociedad, deberían marchar a sus países de origen. Habrá quien tache de xenófobas mis palabras, pero nada más lejos de la realidad. La actitud xenófoba es, precisamente, la de aquellos que han denunciado al profesor por hablar del jamón en clase.
amen!
ResponderEliminarcabello
Estoy completamente deacuerdo con todo, como inmigrantes que son deben adaptarse al pais a donde van y no intentar modificarlo para estar como en su pais, para eso que se vuelva por donde ha venido. ¿Para que se vienen? digo yo...
ResponderEliminarEres el altavoz de todos nuestros pensamientos.
ResponderEliminarBENITO.
totalmente de acuerdo con estas palabras..javi.
ResponderEliminarLa verdad escrita.
ResponderEliminarY quien se sienta aludido que tire la primera piedra.