Déficit de confianza

Diego Martínez Cano
Presidente de la Cámara de Comercio de Almería

Hace unos días leía en la tercera de ABC un artículo del periodista José María Carrascal que puedo suscribir palabra por palabra, desde el título hasta el punto final. No es uno de mis periodistas de cabecera pero he de reconocer que su argumentada exposición y análisis del año que acabamos de estrenar me viene como anillo al dedo a una de las reflexiones que con más ahínco me he afanado en estos últimos años y que no es otra que la necesidad de recuperar a la sociedad civil.

Pero quiero sobre todo quedarme sobre todo con dos de los apuntes vertidos y (que cito textualmente) en 2011: El año de la incertidumbre. "El mayor déficit hoy de España es de la confianza. Nadie confía en nadie, políticos, instituciones, ciudadanos. Y sin confianza tanto la economía como la política se paralizan".

Hemos cerrado un año 2010 para olvidar en el que todos hemos de coincidir que en el haber colectivo, el triunfo de España y el logro de nuestra selección de proclamarse campeona del mundo en Sudáfrica, ha sido de lo mejor que nos ha pasado. También es de destacar en sentido positivo que en el plano económico las previsiones han sido superadas de modo que, respecto a 2009, no hemos anotado crecimiento negativos.

E iniciamos el año 2011 con inquietud -de eso podemos dar fe las Cámaras de Comercio que cerramos el ejercicio en lo más parecido al limbo jurídico) y con una falta y necesidad de confianza que no deja de ser preocupante.

En estos momentos, en los que a pesar de la situación percibida no hay que abandonarse al pesimismo sino tener una actitud proactiva y apegada a la realidad, se antoja necesario que la sociedad civil, aquella que no se dedica a la política pero sí tiene vocación de servicio público, sea tenida en cuenta en la toma de decisiones y en la gobernanza. Sería un síntoma saludable que generaría credibilidad.

Algunas de las medidas adoptadas, unas en mayor grado que otras, son las que había que tomar. Claro está que la acción de Gobierno es competencia de quién ha sido democráticamente elegido para administrar. Pero la forma en que se lleve a la práctica y se desarrolle deber ser lo más clara posible, sin contradicciones y sobre todo, sin que la propia decisión desmienta desdiga la acción anterior. Los ciudadanos tenemos que ser tenidos en cuenta en decisiones cruciales que determinan, por ejemplo, el modelo país hacia el que queremos ir. Y debemos ser, como administrados, el eje de toda acción política continuada y no sólo en los períodos de las grandes citas electorales.

No todo puede determinarse ni abordarse desde la esfera política.

La reforma del sistema de pensiones, la creación de empleo, el crecimiento económico, una profunda reforma de la propia Administración, la eficiencia y racionalidad en el gasto público, la reforma del sistema educativo, la reforma de la justicia, etc, unas como parte de la política coyuntural y otras como parte de la política de Estado, entre otros tantos retos que debemos de afrontar, son materia de cesiones y contraprestaciones, de esfuerzos y sacrificios comunes. Y de corresponsablidad.

Como tales no se podrán emprender sin éxito sin la existencia de una gran acuerdo, pacto o como quiera denominarse, con la sociedad y que de respuesta también pero sobre todo a las expectativas de los ciudadanos y no solo de los mercados y de los inversores. Para ello, es necesario escuchar con sentido constructivo, en una actitud política inteligente, las propuestas de quiénes constituyen el más valioso caudal de un Estado que no es otro que el conforman sus propios ciudadanos.

Y qué más confianza que la que se genera de abajo a arriba, desde la base de la sociedad hasta las instituciones que la dirigen, de modo que éstas puedan ser el fiel reflejo de quién las promueve. Son éstas solo algunas reflexiones y apuntes que sin más pretensión que la de pensar en voz alta, quiero compartir y poner sobre la mesa en torno al papel que debe desempeñar y empezar a recuperar la sociedad civil en un contexto como el actual en el que todos necesarios.

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