El suegro

Juan Torrijos
Periodista


Ante las truculentas historias urbanísticas vividas en nuestra provincia, con alcaldes contando los miles de euros ante una cámara de televisión, la de Somontín parece sacada de un sainete de los hermanos Álvarez Quintero. Ramón, ¿cómo te han pillado, hijo mío, con lo fácil que hubiera sido darle primero una autorización para un almacén agrícola, y agua y electricidad para esa construcción, que eso sí hubiera sido legal? Y si después tu suegro se construye una casa, o chalette con piscina, siempre podrías alegar aquello de que tú permiso cumplía la ley, y que era otro, tu suegro, el que se había saltado a la torera el legal permiso otorgado. Comprendo que estabas entre tu suegro y tu mujer (que es peor que estar entre la espada y la pared) y que tirar por la calle de en medio no te estaba permitido, no era la solución aceptada por las partes. Hicieras lo que hicieras, querido Ramón, te pillaba el toro.

¡Que levante la mano el que no haya ayudado a su suegro en algún momento de su vida! ¡Que levante la mano el que le haya gastado una putada a su suegro! Ramón, si al final eres inhabilitado para cargo público, habrá sido por mantener unida la familia, por no darle un disgusto a tu mujer fastidiando a su padre en algo tan necesario como el agua y a tus hijos por ayudar a sus abuelos a que no pasaran sed. Sin olvidar a los cuñados, cuñadas y demás miembros del clan, que te habrían retirado la palabra si dejas a los viejos sin el liquido vital. Familia unida y con agua nunca será vencida, Ramón. Pero a veces el agua llega al cuello, y así estás.
(La Voz de Almería)

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