Fausto Romero-Miura Giménez
Abogado
Leo, cada día, varios periódicos o, por lo menos, los ojeo y hojeo: los de Almería y algunos nacionales (El Mundo, El País y, a veces -ayer, por ejemplo-, Público). Habitualmente de los nacionales, miro sólo los titulares y, cuando algo me interesa, lo leo y, a veces, lo recorto. Lo de ayer me sorprendió, pero ni acabé de leerlo ni, por supuesto, lo recorté para hacerlo con calma: era el viaje de regreso del parlamentario por Almería Javier Arenas al 11-M y ETA.
El Mundo es un periódico extraño: para mí, el mejor maquetado y el más fácil de hojear; pero es, también, un periódico maniático: Pedro J. anda, desde siempre, en una cruzada para salvar a España. Sobre el atentado del 11-M hay una sentencia firme, que es obligado acatar por imperativo de la Constitución, lo que, evidentemente, no impide a El Mundo seguir investigando por su cuenta. Pero mi sorpresa no fue esa, sino las excursión al pasado del candidato al futuro de Andalucía: Javier Arenas ha vuelto a aflorar la teoría de la conspiración, pues “es casi imposible -ha dicho- que un terrorismo foráneo intervenga en un país con terrorismo propio sin tener contacto”. Este planteamiento lo compartieron ayer -lo vi en La Sexta- el relamido González Pons y Esperanza Aguirre.
Los españoles vemos a los políticos como el tercer problema -en gravedad- de los que padece España. Cada vez me lo explico más: viven en otro mundo: ¿es, ahora, el atentado del 11-M, judicialmente resuelto, lo que más nos afecta, importa e interesa? ¿Es, acaso, un problema ciudadano? La hipotética presentación de Batasuna-ETA a las Municipales no se combate así.
(La Voz de Almería)
(La Voz de Almería)
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