Entre el desprecio y el desparpajo

Javier Aureliano García
Secretario General del Partido Popular de Almería

Me gustaría que entendieran las próximas líneas no como una declaración política del secretario general del Partido Popular de Almería o como concejal del Ayuntamiento. Escribo hoy como un almeriense más, nacido en esta tierra y al que le duelen los desprecios y la falta de respeto que, lamentablemente, tienen con Almería las autoridades de la Junta de Andalucía. Y es que en Sevilla deben pensar que los almerienses no estamos a su misma altura, que no merecemos o necesitamos el mismo trato que otras provincias o que, sencillamente, aquí tragamos con todo y con todos.

Pues miren ustedes: ya está bien de desprecios, de desparpajos y de chulerías con Almería. Como almeriense, me resulta tan doloroso como intolerable ver que una vez tras otra los dirigentes de la Junta de Andalucía viajan de Sevilla a Almería con la intención de contarnos mentiras, escenificar falsedades y tratar de ponernos el pan barato, contando eso sí, con la muy sumisa colaboración de los socialistas almerienses y la complacencia de algunos medios de comunicación entregados al aplauso sistemático. Si usted no es de Almería y quiere una prueba de lo que estoy diciendo, no tiene más que acercarse a las murallas de San Cristóbal y contemplar el engendro que en forma de parche de hierro han colocado los responsables de la Junta en uno de los torreones, asegurando además que se trata de una rehabilitación moderna y estupenda.

Señores de la Junta ¿se habrían atrevido a hacer lo mismo en la Giralda de Sevilla o en la Alhambra de Granada? Una vez más los almerienses tenemos pruebas fehacientes de la falta de respeto con la que desde Sevilla tratan los socialistas a los almerienses. Pero es que las pruebas de este desprecio las tenemos prácticamente a diario. Hace unos días vino a Almería la consejera de Salud de la Junta de Andalucía a poner la primera piedra del futuro hospital materno infantil. La Junta preparó una gran demostración de poderío mediático y montó un dispositivo muy lucido para que el candidato socialista a la alcaldía pudiera tener más presencia en los medios. Pero ninguno de esos medios hizo hincapié en que esa primera piedra llegaba con muchos años de retraso, porque tanto Manuel Chaves como Martín Soler aseguraron en su día que ese hospital, que llegó a presentarse en maqueta y sin tener proyecto, iba a estar en servicio en 2011. Es decir, que la Junta tuvo el cuajo de venir a escenificar un acto triunfal en otro de sus múltiples y desvergonzados incumplimientos. El mismo sistema empleado, por ejemplo, cuando otro consejero vino a inaugurar, por tercera o cuarta vez la rehabilitación definitiva (en plan “esta vez sí es la buena”) del Cable Inglés.

Pero a ustedes, igual que a mí, estas cosas ya no nos sorprenden ni nos llaman la atención. Nos indignan, porque comprendemos que a pesar de ser la provincia que más aporta a la balanza económica de Andalucía, estamos gobernados por un partido socialista que ha hecho del abandono y del ninguneo dos de sus principales características respecto de Almería. Y si no, recuerden el incontestable dato de que la famosa A-92, la autovía que “vertebraba Andalucía”, llegó a Almería diez años después de lo prometido. Y que ese retraso se saldó sin ninguna dimisión, sin ninguna disculpa y sin ninguna muestra de respeto y humildad por parte de los responsables socialistas de la Junta de Andalucía. Podría seguir, y tendría que hablar del Plan Hidrológico, o de la escuela fantasma de golf del Toyo o de tantos y tantos proyectos que se han quedado colgados o que han llegado tarde y mal.

Por eso ahora que, a toda prisa y corriendo, la Junta nos envía a diario a un consejero o una consejera para venir a prometernos el oro y el moro, no puedo dejar de pensar en qué diferentes serían las cosas para los almerienses si en el gobierno de la Junta hubiese otras personas, otros equipos y otras formas de entender lo que es el respeto por los contribuyentes.

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