Pedro Mena Enciso
Profesor de Historía
Más de la mitad de los españoles consideran que los tribunales funcionan mal o muy mal según los últimos barómetros de opinión que sobre la imagen de la Justicia se han realizado en nuestro país. Es más, los tribunales son la institución peor valorada incluso más que los partidos políticos. Estos datos nos tienen que hacer reflexionar a los ciudadanos, poderes públicos y, en particular, al Consejo General del Poder Judicial con el objetivo de descubrir las causas de esta situación e intentar recuperar cierto grado de confianza en nuestro sistema judicial.
Hace ya algunos años que el ínclito Pedro Pacheco puso el dedo en la llaga cuando pronunció aquella célebre frase: “La Justicia es un cachondeo”. Tan contundentes palabras generaron polémica y fueron inmediatamente tachadas de exageradas causando tal convulsión que el político jerezano fue condenado por ofensas a una institución que hasta ese momento (cuestiones políticas al margen) gozaba de un gran prestigio; sin embargo, con el transcurso del tiempo, la frase de Pacheco fue cobrando cada vez más credibilidad hasta ser considerada por muchos como el punto de partida de un análisis realista de nuestro sistema jurídico. No quiero sacar a colación los numerosos casos que, en estos últimos años, han tenido un efecto pernicioso para la Justicia , ni las sentencias sorprendentes sobre determinados asuntos porque lo que pretendemos es buscar soluciones. El Defensor del Pueblo Andaluz decía, en una entrevista concedida a Canal Sur, que luchar contra las mafias del narcotráfico es muy difícil por el entramado de dinero, catedráticos de derecho penal e incluso jueces que manejan en todo el mundo.
El tema de la Justicia es lo suficientemente serio e importante como para no tomarlo a la ligera y debe estar muy por encima de la habilidad del jurista de turno o de la rigurosidad y/o apreciación de determinados magistrados, ya que lo básico es el fondo y no la forma y lo que desea la gente de este país es que el culpable sea perseguido, detenido y juzgado objetivamente para garantizar la libertad y seguridad de todos. Al sistema le sobra parafernalia, tecnicismos, adornos, rodeos, juegos de palabras... y le falta claridad, rapidez y justicia real. Todos sabemos que la justicia ya no depende de la objetividad y neutralidad porque está rodeada por un ejército de intereses e interesados. Dice un refrán popular que ¡ Al pan, pan y al vino, vino! Si se pudiese aplicar seguro que la Justicia sería mucho mejor valorada y no diríamos aquello de “juicios tuvieres y los ganares”.
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