José Luis Sánchez Teruel
Secretario de Infraestructuras del PSOE
Se despachaba esta semana la señora María Dolores de Cospedal afirmando que los socialistas habían sobrepasado líneas rojas que no se pueden cruzar nunca en política. Pretendía para sacar tajada, relacionar al PSOE con la cobarde y brutal agresión sufrida por el consejero de Cultura del gobierno de Murcia, asumiendo el papel de juez y parte que tanto le ha gustado y, por lo que vemos, le sigue gustando ejercer a esta derecha nuestra que tenemos en España.
Mira por dónde, el tiempo, que da y quita razones poniendo a cada uno en su sitio, nos ha traído en apenas tres días la noticia de que en la Comunidad de Valencia, también gobernada curiosamente por la derecha, por el Partido Popular, resultaba atacada la sede del Partido Socialista sin tener que lamentar daños personales. Ante este hecho desgraciado nada tiene que objetar o reprochar el PSOE al PP, que formalmente ha condenado el acto de unos gamberros, radicales o anti sistema, que los hay en todas partes, contra los que todos juntos debemos actuar.
Mientras, en Andalucía, el partido de Arenas, que se apunta a cualquier guerra con la única condición de que sea principalmente contra Chaves (porque no le perdonan que le haya hecho a Arenas repetir oposición en tres ocasiones) o, en general, contra los socialistas de cualquier lugar (por haber hecho progresar a esta tierra a lo lardo de estos años), afirmaba por boca de su portavoz regional, Rosario Soto, que los socialistas en Andalucía también han financiado y promovido ataques a sedes del Partido Popular.
La política, que debería ser nobleza en todas sus corrientes ideológicas, tendría que hacer gala de los valores y principios que queremos para la sociedad y sus responsables no deberíamos tratar de aprovechar hechos desgraciados, lamentables y aislados para desprestigiar al adversario, con el fin de sacar ventaja o rédito electoral. Eso no tiene nada que ver con la política, ningún favor le hacemos a ella y dice mucho de quienes así se comportan.
Estoy convencido de que los ciudadanos entienden que las líneas rojas que la clase política, bajo ningún concepto no debe cruzar son otras bien distintas, como la doble vara de medir, la hipocresía, o la mentira descarada y repetida con la intención de convertir en verdad un hecho falso. Afortunadamente, las líneas rojas de la política no las marcan ni María Dolores De Cospedal, ni Rajoy, ni Arenas, ni la derecha o la izquierda, las ponen los ciudadanos y debemos tomar nota de ello.
Mira por dónde, el tiempo, que da y quita razones poniendo a cada uno en su sitio, nos ha traído en apenas tres días la noticia de que en la Comunidad de Valencia, también gobernada curiosamente por la derecha, por el Partido Popular, resultaba atacada la sede del Partido Socialista sin tener que lamentar daños personales. Ante este hecho desgraciado nada tiene que objetar o reprochar el PSOE al PP, que formalmente ha condenado el acto de unos gamberros, radicales o anti sistema, que los hay en todas partes, contra los que todos juntos debemos actuar.
Mientras, en Andalucía, el partido de Arenas, que se apunta a cualquier guerra con la única condición de que sea principalmente contra Chaves (porque no le perdonan que le haya hecho a Arenas repetir oposición en tres ocasiones) o, en general, contra los socialistas de cualquier lugar (por haber hecho progresar a esta tierra a lo lardo de estos años), afirmaba por boca de su portavoz regional, Rosario Soto, que los socialistas en Andalucía también han financiado y promovido ataques a sedes del Partido Popular.
La política, que debería ser nobleza en todas sus corrientes ideológicas, tendría que hacer gala de los valores y principios que queremos para la sociedad y sus responsables no deberíamos tratar de aprovechar hechos desgraciados, lamentables y aislados para desprestigiar al adversario, con el fin de sacar ventaja o rédito electoral. Eso no tiene nada que ver con la política, ningún favor le hacemos a ella y dice mucho de quienes así se comportan.
Estoy convencido de que los ciudadanos entienden que las líneas rojas que la clase política, bajo ningún concepto no debe cruzar son otras bien distintas, como la doble vara de medir, la hipocresía, o la mentira descarada y repetida con la intención de convertir en verdad un hecho falso. Afortunadamente, las líneas rojas de la política no las marcan ni María Dolores De Cospedal, ni Rajoy, ni Arenas, ni la derecha o la izquierda, las ponen los ciudadanos y debemos tomar nota de ello.
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