Los acantilados de Gabriel

Marcial Vázquez
Teleprensa

Una de las cosas que más me sorprendieron de la propaganda franquista fue aquello de “40 años de paz”, que lo presentaban ante todo el país como la justificación final de todas aquellas cosas que hacían mal, que sabían que estaban mal pero no podían remediarlas, porque las dictaduras son así y el fascismo es siempre carga de plomo en las alas de la libertad civil.

Precisamente el otro día, cuando salía de Aguadulce camino de Almería, me di cuenta de que estaba allí ese famoso desmonte del no menos famoso acantilado que tanta polémica causó y que, tiempo después, sin que se haya vuelto a hablar del tema, yace muerto y abandonado como preludio o final, según la dirección que hayas tomado, de ese otro régimen amatista que ha convertido toda política municipal en el arte del birlibirloque y todo intento de oposición democrática en la eterna quimera de una pesadilla que no parece tener fin.

Porque si algo hemos podido comprobar en los últimos tiempos es que peor que un poder corrupto es una oposición corrompida, y es casi imposible sustraerse a la sensación de que en el PSOE de Roquetas existen dos tipos de dirigentes que integran sus listas: aquellos que llegan a la política a llorar y aquellos que llegan ya rendidos de antemano o se venden a posteriori. Algún día alguien tendrá que explicar por qué desde el partido socialista andaluz, y sí he dicho bien, andaluz, han decidido que hay que pagar un peaje al alcaldone para que ciertos prohombres socialistas puedan vivir en paz. Un peaje, eso sí, que parece no resultarles demasiado caro, y que no es otro que la estafa política y democrática que viven todos los ciudadanos de roquetas con un PP entregado al despotismo sin ilustrar y una alternativa que solamente puede entenderse si miramos a Izquierda Unida y dependiendo de si UPyD logra culminar su exorcismo y expulsar al espíritu maligno de su cuerpo. Porque con el PSOE, y así hay que decirlo claramente, no se puede contar.

Hablemos, por ejemplo, del largo listado de dimisiones que una oposición verdadera tendría que pedir día sí y día también ante los ciudadanos y los medios públicos. Empezando en esta semana por la del concejal de urbanismo, el cual no solamente parece ser que no sabe lo que hace después de tantos años haciendo lo mismo, sino que además tampoco sabe lo que dice y se cree por encima de toda ley y de todo estado de derecho. Hay que comprender que al emérito e ilustrísimo doctor en derecho administrativo José María González no le parezca bien la sentencia del juez que anula esas multas que ha impuesto por ahí, pero hombre, José María, con lo que pregona tu partido el respeto a los jueces y tú vas y te pasas por el forro todo ese discurso del buenismo judicial. Comprendo que te asombre que después de tantos años de gestión que ha dejado a Roquetas totalmente empantanada de baches, carriles bicis bananeros y pluviales que no resisten ni una meada colectiva, venga ahora un juez a decirte lo que tienes que hacer, porque un juez, ¿qué es un juez comparado contigo? ¡Nada! Pero mira José María, si tuvieses un poco de sentido común te habrías callado y habrías agachado la cabeza. Pero como además de demostrar una soberbia gravemente iletrada parece que caben serias dudas de si has conocido en tu vida la vergüenza, tampoco has cogido la única salida decente que tenías en tu caso: dimitir e irte a tu casa.

Pues, ¿saben ustedes lo que dice el PSOE sobre esto? Pues aparece su líder máximo, Ortega, diciendo que llevarán al pleno esta cuestión “por la actualidad del asunto”.

¡Por la actualidad del asunto, dice! ¡Ni siquiera por la gravedad! Pero Juan Fernando, ¿tú ves normal esto? Ya sé que sabes que todo Roquetas te conoce perfectamente, y te dará pereza fingir lo que todo el mundo sabe que no eres, pero hombre, un poco de deontología política.

Pero lo peor no es esto. En Roquetas de Amat se apagan sistemáticamente fases de alumbrado público para ahorrar dinero mientras se mantienen concejalías absurdas como la de playas cuyo sujeto cuesta a los roqueteros más de 40 mil euros. En Roquetas se denuncia que por las noches solamente hay una patrulla de la policía local mientras se para la carroza del día de Reyes en un bar de un concejal donde se compran cientos de bocadillos. Claro, muchos pensarán que comparado con el alcaldone que se compra a sí mismo los coches, qué más darán unos cientos de bocadillos. Y, para acabar, en Roquetas existen varias denuncias por incumplir los convenios laborales y la concejal de personal sigue en su sillón sin que se la caiga la cara de vergüenza. ¿Pues sabe que pregunta el PSOE en el primer pleno del año? Por las caravanas que llegan al municipio y no se mandan directamente al Camping. Pero ya lo dice el tango: “si uno vive en la impostura, y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”.
(teleprensa.es)

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