Mi abuela

Macarena Ruiz Esquinas
Tengo una abuela, más bien dos, que recuerdan la serie “Cuéntame”. No por la apariencia física, sino por la mentalidad antigua que tienen. De las dos, hay una que es especial, particular. Ha sido y es una gran cocinera, y es de estas personas que han nacido para darse a los demás.  Su hogar es la ONU, es algo que lo lleva en la sangre. Yo también lo he heredado. Lo que pasa es que no tengo nada, doy besos y abrazos y muchos ánimos. Todos los días llama por teléfono a cualquier hora. La pobre está casi ciega, pero todavía ve algo.
Tiene dos trabajos. Sí, tiene dos empleos. El primero, la cocina. Cocina para todas las personas que pasan por el barrio, familia incluida. La llaman de Francia y de otros puntos de España para ver cómo se cocina el pimentón de Almería, el ajo colorao, las migas, las talvinas, el arroz decente, el conejo al ajillo…y todos los animales. Le hice un blog. Sí, le dije: a tu edad o escribes tus memorias o debes hacerte un blog porque de verdad es que tienes recetas  para un siglo, eres el modelo ideal de la nuevas escuelas de cocina. Pero no contenta, sigue dando recetas a todo hijo de vecino que se le acerca.
Si pasas por la puerta te regala un boniato recién hecho, aunque no tengas hambre. Te lo planta y te lo tienes que comer. Porque las abuelas, eso es lo que tienen, que no ven gordos ni gordas a ningún nieto. Y si te ven  te dicen: pues hija, ¿de qué te quejas?, toda la vida has estado gorda, porque te comas el boniato no va a pasarte nada, mañana ven, que te hago unas patatas asadas, no, mejor una cuajadera, sí, sí, está riquísima. Y terminan diciéndote: si eres así, hija, tu madre, que sepas que cuando tenía tu edad, era más guapa que tú, ¿lo sabías? Piensas: bueno esta mujer acaba conmigo en dos días, físicamente y emocionalmente.
Luego, su segundo empleo es telefonista. Tiene toda la casa llena de teléfonos, por si alguna vez, ¡alguna vez!, le pasara algo, que es todo lo contrario, le pasa a todo el mundo menos a ella. Tiene el teléfono para localizarte para cualquier emergencia. ¿Emergencia?, ¡para controlarte! Esas cabecitas pensantes, todo el día dándole al coco, preguntándote: ¿y qué haces?, y ¿cuándo vuelves?, ¿y a qué hora llega tu madre?, ¿y qué está haciendo tu hermano?, ¿y qué vas hacer de comer?
Luego está la segunda parte -aún peor-, ¿y tú te has enterado de lo nuevo de fulanito p, de fulanito n, de fulanito a…? Así hasta llegar a la z.
Bueno, esta mujer, que dice ser mi abuela, es una buena persona, eso creo. Un día se me ocurrió hacerle una pregunta: “Bueno, abuela, ya me conoces –sí, me contestó, tú tienes malas pulgas-¿has pensado en morirte alguna vez? Pero en serio, no con ironía”. La respuesta de mi abuela fue: “¡Eso es lo que queréis todos!, yo me moriré cuando me salga del c...” ¿Por qué?, porque la abuela está durando casi cien años y  aparenta ser la hermana de Gandalf, del Señor de los Anillos.
Su sabiduría nos tiene a todos fritos. Cuando hablas con ella por teléfono, no sabes si estás hablando con el más allá, de todo lo que sabe. Y te entra miedo, sí, como te suba la voz, parece un castigo divino y dices: ¡huy, huy, huy!, no me subiré y hablaré en plan humilde, no vaya ser que me mande una maldición de esas raras.
Yo creo que mi abuela y yo estamos conectadas. Todo lo que cocina lo pruebo, y digo: “Este plato lo subo al blog”. Una vez le puse la palma de la mano en su misma mano -no en el cuello-y tenemos la misma mano y yo creo que la misma mala leche. Ella se desahoga en la cocina y yo escribiendo.
En una ocasión, hace poco, la resucité. Me llamó y me dijo: “Me voy a morir”. Y fui a ver cómo se moría, pero no se murió. Me puse a hablarle de cocina y todas las tonterías de una persona lunática y la resucité, siguió viviendo.
Meses después, me dijo: “¡Que me muero, en serio! Fui a verla al hospital y dijo: “Idos todos, que se queda ella conmigo”. Nos pusimos a hablar y se volvió a su casa. Así hemos estado los años que llevo viviendo en Almería. Tiene lo que no está en los escritos de nietos y me llama a mí, tenemos nuestros debates, peleas, reuniones serias. Y cuando tiene ganas de cachondeo me llama, para que le cuente mi vida que es lo que más risa le provoca. Cierto, yo me enfado y ella más se ríe. Ahora me espera, me ha comentado que debo hacerle la estética, para el nuevo vídeo de su blog, quiere seguir contando al mundo sus recetas.

1 comentario:

  1. Pues tu abuela me parece genial. Dale un beso de mi parte. Y otro para tí por compartirla un poco con los demás

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