Pedro Mena Enciso
Profesor de Historia
Utilizo el título de la magnífica novela escrita por Dominique Lapierre y Larry Collins, y que considero de lectura obligada para conocer el nacimiento del Estado de Israel en 1948 y poder entender la situación actual en Palestina, con el objetivo de intentar buscar nuevos elementos de reflexión que nos proporcionen ideas en la lucha internacional por resolver este largo y violento conflicto árabe-israelí. Los musulmanes reclaman unos territorios que consideran suyos para establecer la paz y los judíos exigen seguridad garantizada en una zona (Oriente Medio) donde la inmensa mayoría de la población es árabe.
En este contexto se encuentra la capital sagrada, un lugar irrenunciable para todos: ¡Jerusalén!, la ciudad santa para judíos, cristianos y musulmanes, que, en hebreo antiguo, significa “la ciudad de la paz” y en la que sus primeros habitantes se instalaron en la ladera del monte de los Olivos, cuyas ramas son el símbolo universal de la concordia; pues bien, Jerusalén es también la ciudad del permanente conflicto y sus piedras llevan desde siempre grabadas las huellas de tanto crimen cometido en nombre de la religión. La ciudad vieja acoge los tres altos lugares sagrados (Iglesia del Santo Sepulcro, lugar de la agonía y muerte de Cristo; la Cúpula de la Roca , con inscripciones que celebran a Alá el único y misericordioso y las supuestas revelaciones a Mahoma; y, por último, el Muro de las Lamentaciones Judío al que dirigen todas sus miradas) que son a la vez símbolo de santidad y de desgracia.
Desde ese infausto día, en que la ONU dio luz verde a la creación del Estado de Israel, se han sucedido las guerras y actos de terrorismo así como la Intifada que supone la lucha por la libertad, por su tierra, de los árabes. Inmediatamente después de la proclamación del Estado Judío, cinco ejércitos árabes ( Líbano, Siria, Irak, Jordania y Egipto) invaden el nuevo Estado judío y son derrotados de manera clara por las fuerzas israelíes. Como consecuencia inmediata unos 750.000 palestinos abandonan el país durante la guerra y, posteriormente, ya nos se les permitirá regresar a sus hogares. Desde 1948, podemos decir que la guerra y la violencia son permanentes y en ella está implicado Occidente, con EEUU a la cabeza y siempre apoyando a Israel y , por otro la do, todos los países musulmanes que apoyan sin reservas a los árabes de Palestina. (en 1964 se fundó la O.L .P: Organización para la Liberación de Palestina). En 1967 tiene lugar la Guerra de los Seis Días, donde Israel derrota nuevamente a sus vecinos árabes que quedan humillados, lo que dio lugar a una resurrección religiosa en todo Oriente Próximo, que cierra filas en torno al Islam. La OLP de Yaser Arafat es una organización que representa el nacionalismo laico y, por tanto, no está bien vista por aquellos que aspiran a una identidad islámica para Palestina, fundamentalistas muchos de ellos y con numerosos atentados terroristas a sus espaldas. 1973 ( conflicto entre Israel / Egipto y Siria que desembocaría en las iniciativas de paz de Camp David) es otro momento importante del enfrentamiento. El asesinato del presidente de Egipto, Anwar al- Sadat, por extremistas musulmanes por el acuerdo de paz con Israel y su política pro-occidental es un hecho que conmovió al mundo. 1987 es también una fecha clave porque se produce el estallido de la Intifada , una revuelta popular palestina contra la ocupación israelí de Gaza y Cisjordania. Entra en escena Hamas, un grupo terrorista que lucha contra Israel y contra la OLP.
La última década del Siglo XX y más todavía la primera del Siglo XXI ( con ejemplos tan terribles como el de las Torres Gemelas o el del 11-M, la Guerra de Irak…) han supuesto un crecimiento del integrismo y el fanatismo terrorista con el objetivo del frenar el proceso imparable de occidentalización, de globalización y siempre con el conflicto palestino en la línea del horizonte.. Vivimos una situación caracterizada por la beligerancia e intransigencia, que derivan en un estado de permanente tensión y violencia .
Como no busquemos entre todos vías de entendimiento basadas en el diálogo y no en la fuerza, la situación internacional se nos puede escapar de las manos derivando en una catástrofe de consecuencias imprevisibles.
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