Macarena Ruiz Esquinas
La Opinión de Almería
Que diferente y que a gusto el poder entrar a un pub, bar, cafetería, y no tener ganas de vomitar por el olor tan insoportable de humo y todo tipo de agentes contaminantes. No tiene uno que aguantar el humo en la cara, en la espalda y por todos lados e irse con una enfermedad del lugar de ocio donde ha ido a relajarse y desconectar. Esta ley a mí me mola.
Marilyn Monroe |
Ahora viene otro problema, sí, la cosa no es tan fácil, ahora los fumadores están mal vistos por la sociedad, si vas por la calle y miras a una persona, no la miras del mismo modo que si es fumador, piensas por ejemplo, ves a un chico atractivo paseando, qué apañado es, seguro que está ocupado, es genial y tiene un buen puesto de trabajo...y todas las locuras que se te pasen por la cabeza, porque la mente es muy fértil, caso dos, el mismo chico con una cigarro en la mano, la impresión es distinta, piensas: qué poca vergüenza, se da paso a la salud y el tío fumando sin parar, así será y encima donde hay niños y personas mayores, este no tiene valores, ni nada y encima nos quiere matar a todos a cigarrazos, ¡qué poco respeto al medio ambiente y a la vida!
Antes el fumador estaba bien visto, incluso le hacía hasta más interesante el coger el cigarro, encenderlo y ,con lentitud, dar la primera calada y echar el humo, todo esto sentado con las piernas cruzadas y con aire de intriga y tomando un copa. Multitud de películas han repetido la escena del cigarro, pero no con el mismo cigarro, con otro. El único, que la fastidió a más no poder, estas escenas que dan morbo a las películas, fue un personaje que salió diciendo: “¡Sole, que te meto con el mechero, eh! ¡y la mierda de la Sole !”, pero es un caso aislado (ni la menor importancia, aunque puso la nota de humor).
Ahora el problema está en la calle, que entre el dióxido de carbono de los vehículos y las personas fumando tenemos que ir con la mascarilla y estar alerta, por si viene, ¡un fumador a la vista!, cambio de acera, ¡fumadora se acerca! ¡y corre más que nosotros!, hay que colocarse la mascarilla y pasar corriendo.¿O me subo en el autobús?, no, que contamina más.
Pero todo no acaba aquí, ahora hay que lavarse más, porque antes con el olor a tabaco el sobaco no cantaba tanto y los pies tampoco, aunque en el momento que nos echemos dos bailes sudando, sale de ahí, el nuevo perfume del año, ¡para las próximas navidades! Así que cuando invites a alguien a bailar, tienes que preguntarle ¿bailas? y seguro que te dice que sí, y la segunda pregunta ¿pero, te has lavado hoy? y guantazo de inmediato.
Y por último hay que ser poeta, ese alma sensible hay que sacarla al exterior, porque mucha veces se liga con el cigarro en la boca y se hipnotiza a la otra persona, del pestazo a humo que se ha tomado, en vez de un chupito, se tomaba cinco chupitos de nicotina y acababa como los ojos de la protagonista del film La Novia Cadáver. Ahora al no poder fumar, es aconsejable ser un buen orador/a. Las rimas y Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer pueden servir.
El caso es que, al final, de algo, fijo que nos morimos.
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