José Antonio Flores
Expresidente de la Cámara de Comercio de Almería
Para muchos, lo importante no es que el gato sea blanco o negro, sino que cace ratones. A tal forma de pensar le llaman pragmatismo. Aunque se trate de un pragmatismo primitivo, simple. ¡Pues claro que un gato debe cazar ratones, pero, a veces, preferimos un color a otro, unas cualidades a otras, y, en ese caso, no da igual que sea blanco o negro, no da igual que se distinga por éstas o aquellas cualidades..! Por ello, el concepto, que se ha aplicado con frecuencia en la política dando a entender que cualquier ideología es válida y solo se la debe juzgar por los resultados, es falso, además de simplista.
Porque las cosas no son tan sencillas. Muchos dirían, por ejemplo, que lo lógico sería buscar para presidentes de las asociaciones de empresarios a personas que hayan fundado grandes empresas y tengan experiencia en ese sentido. Y, en efecto, parece lo más lógico, lo más sensato. Aunque no siempre sea lo más eficaz. Porque haber tenido éxito como empresario no significa que se posean las cualidades de liderazgo convenientes para encabezar una gran asociación empresarial. Es decir, no da igual el color del gato, porque para cazar ratones que, en este caso, sería gestionar y poner a funcionar a un colectivo de iniciativas tan complejo, e incluso tan contradictorio en sus intereses como puede serlo el empresarial, no vale cualquiera, no vale gato blanco o negro, hay que tener unas capacidades concretas, especiales, adecuadas al cargo, que excede en muchos aspectos la función propiamente empresarial.
En la Confederación de Empresarios a nivel nacional hemos vivido algunas experiencias en este sentido. No se trata de dar nombres, sino de hacer memoria y reflexionar sobre el pasado. Y, ahora más que nunca, recién elegido nuestro presidente nacional, conviene recordar que, más allá de las circunstancias y los pactos que se esconden tras las bambalinas de cualquier elección democrática y, por democrática, indiscutible en sus resultados, en Andalucía seguimos contando, por fortuna, con la presencia no de un perdedor, no de un candidato a la presidencia de la CEOE derrotado en las urnas, sino de una figura de las cualidades de Santiago Herrero, curtido en mil conflictos y sus soluciones negociadas, defensor de la viabilidad de las empresas no en contra de los trabajadores, sino a favor de ellos, precisamente, en la medida en que salvando las empresas se salvan los puestos de trabajo.
A estas alturas de la historia, de Santiago Herrero probablemente lo de menos sea el currículo. Aunque quizás convenga recordarlo, en lo más sustancial, para entender mejor el singularísimo perfil de un abogado sevillano que se inició en el conocimiento del mundo empresarial y laboral desde la óptica del sindicalismo, allá por los años setenta. Que en 1977 participó en la puesta en marcha de la Confederación de Empresarios de Sevilla, y, después un largo suma y sigue de experiencias, culminó su dedicación a las tareas organizativas de los empresarios con su elección, en 1983, como Secretario General de la CEA, para, posteriormente, ascender a Presidente de los empresarios andaluces y ocupar plaza de Vicepresidente de la CEOE. Todo, sin abandonar sus actividades de asesoría en grandes empresas como Telefónica o Mapfre en Andalucía, o, fuera de España, de Puerto Terrestre Los Andes o Almacén Extra portuario los Andes de Chile.
Ya digo que no se trata de agotar currículo, de pormenorizar actividades sino de dar pinceladas que revelan un espíritu práctico y una ejemplar capacidad de negociación y adaptación a la realidad (por ejemplo, en la inmejorable cohabitación con el poder político socialista instalado durante tantos años en la Junta de Andalucía) que dibujan, ahora ya si, las características de un líder empresarial de valía, atento a defender los intereses del sector que representa pero dispuesto a tomar en cuenta las razones y los motivos del oponente, más aun cuando el oponente es nada menos que el trabajador, la "otra" parte imprescindible, además del empresario, para el buen funcionamiento del proyecto empresarial.
Estos, los actuales, son días difíciles para los españoles. También, y mucho, para los andaluces, que tanto brillo y tanta luz le dan a España con su imaginación, con su creatividad, con su esfuerzo, con su capacidad para improvisar felicidad donde otros verían solamente motivos para el desanimo y las posturas negativas.
Por eso, porque los momentos son especialmente difíciles, es un motivo de tranquilidad y confianza en el futuro saber que los andaluces contamos con Santiago Herrero al frente de nuestras organizaciones empresariales. E intuir que, antes o después, su buen hacer le llevará a dejar huellas inmejorables en el quehacer nacional, español, como ya lo hizo, por cierto, en otros momentos de nuestra historia. Y, si no, tiempo al tiempo y tiempo también para la victoria del sentido común que, hoy más que nunca, tanta falta nos hace.
Porque las cosas no son tan sencillas. Muchos dirían, por ejemplo, que lo lógico sería buscar para presidentes de las asociaciones de empresarios a personas que hayan fundado grandes empresas y tengan experiencia en ese sentido. Y, en efecto, parece lo más lógico, lo más sensato. Aunque no siempre sea lo más eficaz. Porque haber tenido éxito como empresario no significa que se posean las cualidades de liderazgo convenientes para encabezar una gran asociación empresarial. Es decir, no da igual el color del gato, porque para cazar ratones que, en este caso, sería gestionar y poner a funcionar a un colectivo de iniciativas tan complejo, e incluso tan contradictorio en sus intereses como puede serlo el empresarial, no vale cualquiera, no vale gato blanco o negro, hay que tener unas capacidades concretas, especiales, adecuadas al cargo, que excede en muchos aspectos la función propiamente empresarial.
En la Confederación de Empresarios a nivel nacional hemos vivido algunas experiencias en este sentido. No se trata de dar nombres, sino de hacer memoria y reflexionar sobre el pasado. Y, ahora más que nunca, recién elegido nuestro presidente nacional, conviene recordar que, más allá de las circunstancias y los pactos que se esconden tras las bambalinas de cualquier elección democrática y, por democrática, indiscutible en sus resultados, en Andalucía seguimos contando, por fortuna, con la presencia no de un perdedor, no de un candidato a la presidencia de la CEOE derrotado en las urnas, sino de una figura de las cualidades de Santiago Herrero, curtido en mil conflictos y sus soluciones negociadas, defensor de la viabilidad de las empresas no en contra de los trabajadores, sino a favor de ellos, precisamente, en la medida en que salvando las empresas se salvan los puestos de trabajo.
A estas alturas de la historia, de Santiago Herrero probablemente lo de menos sea el currículo. Aunque quizás convenga recordarlo, en lo más sustancial, para entender mejor el singularísimo perfil de un abogado sevillano que se inició en el conocimiento del mundo empresarial y laboral desde la óptica del sindicalismo, allá por los años setenta. Que en 1977 participó en la puesta en marcha de la Confederación de Empresarios de Sevilla, y, después un largo suma y sigue de experiencias, culminó su dedicación a las tareas organizativas de los empresarios con su elección, en 1983, como Secretario General de la CEA, para, posteriormente, ascender a Presidente de los empresarios andaluces y ocupar plaza de Vicepresidente de la CEOE. Todo, sin abandonar sus actividades de asesoría en grandes empresas como Telefónica o Mapfre en Andalucía, o, fuera de España, de Puerto Terrestre Los Andes o Almacén Extra portuario los Andes de Chile.
Ya digo que no se trata de agotar currículo, de pormenorizar actividades sino de dar pinceladas que revelan un espíritu práctico y una ejemplar capacidad de negociación y adaptación a la realidad (por ejemplo, en la inmejorable cohabitación con el poder político socialista instalado durante tantos años en la Junta de Andalucía) que dibujan, ahora ya si, las características de un líder empresarial de valía, atento a defender los intereses del sector que representa pero dispuesto a tomar en cuenta las razones y los motivos del oponente, más aun cuando el oponente es nada menos que el trabajador, la "otra" parte imprescindible, además del empresario, para el buen funcionamiento del proyecto empresarial.
Estos, los actuales, son días difíciles para los españoles. También, y mucho, para los andaluces, que tanto brillo y tanta luz le dan a España con su imaginación, con su creatividad, con su esfuerzo, con su capacidad para improvisar felicidad donde otros verían solamente motivos para el desanimo y las posturas negativas.
Por eso, porque los momentos son especialmente difíciles, es un motivo de tranquilidad y confianza en el futuro saber que los andaluces contamos con Santiago Herrero al frente de nuestras organizaciones empresariales. E intuir que, antes o después, su buen hacer le llevará a dejar huellas inmejorables en el quehacer nacional, español, como ya lo hizo, por cierto, en otros momentos de nuestra historia. Y, si no, tiempo al tiempo y tiempo también para la victoria del sentido común que, hoy más que nunca, tanta falta nos hace.
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